viernes, 5 de junio de 2009

Los grandes simios la utilicen para interactuar de un modo similar a como lo hacen los humanos


A veces, los científicos se toman muy en serio fenómenos como la risa. Según una investigación de la Universidad de Portsmouth (Reino Unido), el origen de las carcajadas se halla en los juegos y bromas que ya disfrutaban nuestros antepasados, hace entre 10 y 16 millones de años.

La doctora Marina Davila Ross, una primatóloga del Departamento de Psicología de esta universidad, ha reconstruido el origen evolutivo de este comportamiento humano, y ha llegado a la conclusión de que la risa tiene raíces prehumanas. "Lo más probable", asegura, "es que los grandes simios la utilicen para interactuar de un modo similar a como lo hacen los humanos".
Según la investigadora, "esto es importante para la investigación de las emociones en humanos y animales, y para el manejo de los primates en cautividad y en libertad".


La doctora recopiló 800 grabaciones de 3 bebés humanos y 22 ejemplares de simios (
orangutanes, gorilas, chimpancés, y bonobos), unos de corta edad y otros un poco mayores, mientras les hacían cosquillas en las palmas de las manos, los pies, el cuello y las axilas.
Después comparó las risas de las cuatro especies de grandes simios entre sí, las analizó acústicamente, y luego las comparó con la risa humana. A pesar de las diferencias acústicas evidentes, lo quedó claro es que la risa no es un rasgo únicamente humano.


Las similitudes y diferencias de las carcajadas de unas y otras especies se corresponden íntimamente con las relaciones que se ven en árboles evolutivos elaborados en función de la genética. Una clara evidencia de que la risa tiene su origen en un ancestro común.
Así, al reconstruir el árbol evolutivo, esta investigadora situó los humanos más cerca de los bonobos y chimpancés, más lejos de los gorilas, y mucho más lejos de los orangutanes.


El estudio demuestra que la risa evolucionó en los primates de forma gradual en los últimos 16 millones de años. Si la humana es claramente diferente de las risotadas de los simios se debe a que los cambios evolutivos han sido más rápidos en los últimos cinco millones de años.


Sin embargo, el estudio también encontró una inesperada similitud. Gorilas y bonobos pueden reírse mientras espiran el aire de forma más lentamente que en su ciclo respiratorio normal, lo que demuestra que tienen algún tipo de control en su respiración. Davila Ross dijo que hasta estos momentos se creía que esta habilidad era exclusiva de los humanos, así que seguramente pudo jugar un importante papel en la evolución del habla.


En la investigación también colaboraron el doctor Michael Owen de la Universidad del Estado de Georgia en Atlanta, y el profesor Elke Zimmermann de la Universidad de Medicina Veterinaria de Hannover, en Alemania. Esta última ha financiado el estudio junto con el Centro de Sistemas de Neurociencia de Hannover.


El estudio se ha publicado en la revista 'Current Biology'.




martes, 2 de junio de 2009

Las herramientas multiuso de los chimpancés


Las capacidades de los chimpancés son cada vez más soprendentes. No sólo son capaces de seleccionar las mejores piedras para cascar nueces o elegir el bastón más fiable para pasar un río. Ahora, además, se acaba de descubrir que también tienen utensilios multiusos que les permiten coger la miel de las colmenas.
El hallazgo ha sido realizado por el equipo del investigador
Christophe Boesch, director del departamento de Primatología del Instituto Max Planck de Alemania, que durante años ha estudiado a chimpancés salvajes en África.

Tras 27 años investigando en el Parque Nacional Täi, de Costa de Marfil, en febrero de 2005 amplió su campo de acción al Parque Nacional de Loango, en Gabón, con el ánimo es documentar la evolución cultural y el uso de herramientas entre estos primates.

Entre febrero de ese año y septiembre de 2007, lograron encontrar 614 potenciales herramientas hechas por chimpancés en 45 localizacioens diferentes, la mayoría cerca de lugares con colmenas.

Su sorpresa fue mayúscula cuando observaron que los chimpancés a los que estaban vigilando eran capaces de construir y utilizar hasta cinco tipos diferentes de palitos para ayudarse a encontrar colmenas y poder extraer la miel que contienen.

Comprobaron, según publica
New Scientist, que algunos eran muy finos y rectos para poder hacer sondeos en la tierra, en busca de las que están enterradas; otros, sin embargo, acababan en una punta 'trituradora' para poder romper la entrada a la colmena una vez localizada; algunos eran muy finos para servir como palanca alargada y analizar las paredes de la colmena en busca del preciado dulce.

Fases de la recolección

Una vez encontrado el manjar, se hacen con ramitas que tienen los extremos raídos para ir recogiendo la miel y poder sacar el máximo posible al exterior.
Los primatólogos encontraron a menudo todas estas distintas herramientas cerca de la misma colmena, lo que sugiere que estos grandes simios las emplean en el orden adecuado. Algunas tenían incluso dos posibilidades de uso: por un extremo servían para analizar las paredes y por otro servían para recolectar la miel. Es decir, eran multiusos, algo nunca visto en una especie animal que no sea la humana.

Tampoco habían sido encontradas tal como estaban, sino que habían sido fabricadas por los chimpancés en un proceso que requiere varios pasos diferentes, lo que, según publican los investigadores en la revista 'Journal of Human Evolution', requiere una gran capacidad de planificación de cada fase, comparado con el hecho de machacar una nuez con una piedra.

Otro aspecto sorprendente es la capacidad de estos primates de concebir objetos que no son vistos, como son las colmenas que están enterradas bajo tierra. "Las habilidades mentales que necesitan para realizar esto son las mismas que se supone que tuvieron los primeros seres humanos en los inicios de la Edad de Piedra", ha señalado Boesch.

Es más, el primatólogo cree que fue precisamente el deseo de obtener miel con éxito uno de los factores de presión que pudo haber favorecido el aumento de la inteligencia en nuestra especie.

Aún hoy, la miel sigue siendo uno de los manjares que más se valoran entre algunas étnias de cazadores recolectores de África.

lunes, 1 de junio de 2009

Paleontólogos catalanes dicen haber descubierto una nueva especie de homínido de 12 millones de años

Investigadores del Instituto Catalán de Paleontología han descubierto en el yacimiento de Els Hostalets de Pierola, en l'Anoia (Barcelona), restos fósiles que pertenecen a un nuevo género de primate homínido nunca descrito hasta el momento y al que han denominado Anoiapithecus brevirostris. Los restos, un cráneo compuesto por una cara y una mandíbula de doce millones de años de antigüedad, presentan rasgos muy llamativos, al ser «extraordinariamente planos», según los especialistas. El profesor Salvador Moyà-Solà, que dirige la investigación, cree que el hallazgo puede ayudar a comprender el origen de los Hominidae, la familia a la que pertenecen humanos, orangutanes, chimpancés, bonobos y gorilas.

Los investigadores encontraron la cara y la mandíbula en la zona del Vertedero de Can Mata, en Els Hostalets de Pierola, en 2004. Moyà-Solà asegura que se trata de un gran simio fósil macho, de unos 30 kilos de peso, «hasta ahora desconocido para la ciencia». Fue bautizado con el nombre científico de Anoiapithecus brevirostris (el simio de l'Anoia de morro corto) por su cara plana y su procedencia del municipio de l'Anoia y, de forma más coloquial, como Lluc, que en latín significa «el que ilumina», porque puede esclarecer algunas incógnitas sobre la procedencia de los homínidos.

Una cara moderna

Según Moyà-Solà, el ejemplar presenta un conjunto de características que hasta ahora no se habían encontrado nunca en un registro fósil. Por un lado, Lluc tiene una cara muy moderna, con el hocico bastante reducido, algo que sólo caracteriza al género Homo. El resto de los grandes simios tiene un morro más prolongado. Además, muestra un conjunto de caracteres primitivos, como el esmalte dental grueso o mandíbula muy robusta, característicos de los afropitècidos, y otros rasgos que pertenecen a los géneros Kenyapitecus y Griphopithecus, que no pertenecen a la familia Hominidae.

Los paleontólogos también consideran que el origen de la familia de los hombres es un fenómeno que se produjo en el Mediterráneo hace unos quince o trece millones de años. Así, el grupo de Moyá considera que los homínidos podrián haberse diversificado originalmente en Eurasia a partir de sus antepasados kenyapitecinos de origen africano. Más tarde, los antepasados de los grandes antropomorfos africanos y seres humanos se habrían dispersado de nuevo hacia África. Pese a ello, los investigadores no excluyen la posibilidad de que los orangutanes y los seres humanos evolucionaron por separado en Eurasia y África, respectivamente, de antepasados kenyapitecinos diferentes. Los investigadores están convencidos de que en el futuro se encontrarán restos fósiles para poder confirmar esta última hipótesis.