EL ANIMAL HUMANO
Pablo Jáuregui
Dibujo - Ricardo
Pablo Jáuregui
El Homo sapiens es una extraña criatura impredecible, capaz de entregarse a los demás con una generosidad ilimitada, pero también de humillar, torturar y asesinar de la forma más aborrecible. Animales humanos fueron San Francisco de Asís, Mahatma Gandhi y la Madre Teresa de Calcuta, pero también Adolf Hitler, Joseph Stalin y Pol Pot. Como el dios Jano de la mitología romana, somos seres bifrontes con rostros opuestos, y de la misma manera que el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, somos capaces de lo mejor y lo peor.
En la tradición filosófica europea, estos dos extremos de nuestros comportamiento han dado lugar a dos visiones enfrentadas de nuestra naturaleza: por un lado, la del Homo homini lupus («el hombre es un lobo para el hombre») de Thomas Hobbes, para quien es necesario un Estado fuerte capaz de domar los peligrosos instintos de la bestia humana; y por otro, la del bon sauvage («buen salvaje») de Jean-Jacques Rousseau, una criatura inocente y noble en su estado primitivo a la que ha pervertido la civilización. ¿Cuál de estas dos visiones es correcta? Sin duda ésta es una de las preguntas más antiguas y complejas que se han hecho los miembros de nuestra especie sobre sí mismos: ¿es la naturaleza humana esencialmente altruista o egoísta, pacífica o agresiva, bondadosa o cruel?
Dibujo - Ricardo
Frans de Waal, uno de los primatólogos más prestigiosos del mundo actual, acaba de presentar una innovadora respuesta a este viejo dilema en El mono que llevamos dentro (editorial Tusquets), un libro fascinante que acaba de llegar a las librerías españolas. Quizás un título más fiel a su contenido sería Los monos que llevamos dentro, ya que la tesis central del libro propone que el animal humano es una simbiosis de dos primates muy diferentes, con naturalezas radicalmente distintas. Por un lado, estamos claramente emparentados con el chimpancé, un simio tribal que suele ser muy solidario con los miembros de su propia manada, pero es capaz de volverse extremadamente agresivo, e incluso mostrar tendencias genocidas, con los enemigos que amenazan su territorio. Al mismo tiempo, sin embargo, también somos familia de los bonobos, los llamados primates hippies, animales pacíficos que literalmente prefieren hacer el amor y no la guerra. Cuando surge un conflicto, estos simios eliminan la tensión con apasionados frotamientos de genitales sin discriminaciones de sexo. De hecho, jamás se han observado matanzas entre bonobos, mientras que se conocen muchísimos casos de brutales combates a muerte entre chimpancés machos, e incluso de infanticidio.
Los humanos, concluye De Waal, somos primates bipolares. Llevamos dentro las tendencias agresivas del territorialismo chimpancé –como demuestran todos los días las sangrientas matanzas en nuestras guerras o los ataques salvajes de los grupos terroristas–, pero también mostramos el pacifismo característico del bonobo, reflejado en nuestras masivas manifestaciones antibélicas y los múltiples movimientos de voluntarios sin fronteras que entregan su vida para ayudar a los más miserables de la Tierra. El hombre no es, en definitiva, «un lobo para el hombre» (¡menuda calumnia para el lobo!), sino un peculiar híbrido del chimpancé y el bonobo que, como el citado personaje de Stevenson, puede ser Jeckyll o Hyde, ángel o demonio, para sus semejantes.
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