viernes, 29 de junio de 2007

ALTRUISMO DE CHIMPANCÉ

Un experimento con simios muestra que tienden a ayudarse aunque no esperen una recompensa.

Para quienes estén convencidos de que la generosidad y el altruismo son rasgos exclusivamente humanos y que los individuos de las demás especies animales se rigen por el egoísmo o, como mucho, por la perspectiva de recompensa, el jarro de agua fría llega en forma de unos curiosos experimentos con chimpancés. Para mayor rigor científico varios de los experimentos se han repetido con niños. Y el resultado es que tanto los chimpancés como las crías humanas son generosas, aunque las segundas son más espabiladas a la hora de echar una mano a los demás.


La duda acerca de si otros primates son altruistas no es nueva, y en los últimos años se han hecho algunos estudios al respecto. Hace un par de años un equipo de antropólogos del Instituto Max Planck (Leipzig, Alemania), constataron cómo unos chimpancés ayudaban a las personas recogiendo un bolígrafo que éstas dejaban caer.

Pero tal vez los chimpancés de los experimentos de Leipzig se mostraban dispuestos a hacer favores porque se trataba de sus cuidadores, y antes o después, aparecería un plátano u otra forma de estímulo agradable.
Para aclararlo, Felix Warneken y sus colegas del Max Planck han hecho ahora tres experimentos más sutiles con 36 chimpancés nacidos en libertad en Uganda, poco habituados aún al laboratorio, y otros tantos niños de un año y medio de edad.
El juego era de nuevo dejar caer un objeto y ver qué hacían el chimpancé o el niño. La diferencia esta vez estaba en que la persona implicada en la prueba no era un cuidador habitual.
El rasgo del altruismo o generosidad, en forma de ayuda a recoger un palo, se comprobó en diferentes condiciones: cuando había recompensa y cuando no; cuando el objeto estaba a mano o cuando había que hacer un poco de esfuerzo para alcanzarlo. "La única diferencia entre especies que hemos encontrado es que los niños son más rápidos a la hora de prestar su ayuda", afirman los científicos.
Pero, tal vez los niños y los chimpancés habían recibido alguna forma de educación previa en el ejercicio del altruismo. Además, los científicos querían comprobar si esa generosidad de los chimpancés se daba también entre congéneres no emparentados.

Warneken y sus colegas idearon otro experimento más elaborado. Un chimpancé está en una habitación y ve que en otra hay un plátano, pero no logra cogerlo porque la puerta está cerrada con una cadena. Él no puede desengancharla, pero sí que puede el otro chimpancé que está en otra habitación y que ve al primero afanarse, pero no el plátano, así que desconoce el porqué de tanto esfuerzo. Pese a ello, ocho de cada nueve chimpancés prestan ayuda al otro para conseguirlo.

Los científicos de Leipzig, que han relatado sus estudios y conclusiones en la revista Plos/Biology (una pujante publicación científica en Internet), quitan la razón a los estudios que en 2005 hizo la estadounidense Joan Silk, concluyendo que cuando un chimpancé se encontraba ante la disyuntiva de alimentarse a sí mismo o a todo su grupo, no mostraba tendencia alguna al altruismo.

Silk plantea ahora en la revista Nature si esos chimpancés no tendrán algo especial que les incline hacia el altruismo. O tal vez la juventud de los ejemplares influya y con lo años -en sus ensayos los chimpancés eran mayores- se hagan más selectivos en su comportamiento.

jueves, 21 de junio de 2007

´Más vulnerables que los chimpancés.


Un gen que protegía al ser humano de un antiguo retrovirus que afectaba a los chimpancés hace millones de años puede ser una de las razones por las cuales nuestra especie es susceptible al VIH .

Louise Daly, AFP. Un gen que protegía al ser humano de un antiguo retrovirus que afectaba a los chimpancés y otros primates hace millones de años puede ser una de las razones por las cuales nuestra especie es susceptible al virus de inmunodeficiencia humana (VIH), según un estudio divulgado este jueves.

El gen podría haber sido una forma de proteger al ser humano contra un virus de cuatro millones de años, un retrovirus endógeno llamado Pan Troglodytes (PtERV1).

El virus no se ha extinguido, pero, como la mayoría de los retrovirus, si inserta su ADN en el genoma infecta el organismo y deja su huella sobre todo el genoma del chimpancé.
De hecho, cuando se descifró el genoma del chimpancé en 2005, se descubrió que la diferencia más grande con el ADN del ser humano era la presencia del PtERV1.

Los científicos en el Centro de Investigación sobre Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, Washington, se preguntaron sobre dicha disparidad y especularon que la razón por la cual este virus no ha dejado huellas en el genoma humano es gracias a un antivirus de defensa llamado TRIM5a.

"Sabemos que el PtERV1 ha infectado a los chimpancés, gorilas y monos de todo el mundo desde hace cuatro millones de años, pero no ha dejado rastros de haber infectado a los humanos. Nuestra teoría es que es gracias a que los humanos tienen un sistema innato de defensa viral", señaló Michael Emerman, virólogo en el centro.

Para probar su teoría, Emerman y su equipo reconstruyeron meticulosamente una pequeña parte del virus PtERV1, usando secuencias del ADN del genoma del chimpancé, y lo compararon con el antiviral humano TRIM5a.

El TRIM5a neutralizó esa parte del virus, pero cuando los investigadores reelaboraron la proteína para hacerla efectiva frente al VIH, un moderno retrovirus, los cambios inhibieron la capacidad de la proteína de detener el PtERV1 y viceversa.

Esto sugiere que el antivirus sería capaz de "enfrentar" a un sólo virus a la vez, según los autores del estudio publicado en Science.

"TRIM5a puede haberle servido a los humanos hace millones de años, pero el antivirus parece no funcionar para protegernos contra algunos de los retrovirus que actualmente infectan a los humanos, como el VIH-1", dijo Emerman.

"De hecho, la evolución ha llevado a los humanos a ser más susceptibles al VIH", agregó.
A pesar de que el estudio no muestra aportes en las investigaciones actuales sobre el VIH, sí muestra cómo los antiguos virus han formado nuestras "defensas virales", destacó.

sábado, 16 de junio de 2007

UN FÁRMACO PARA TRATAMIENTOS DE FERTILIDAD HUMANOS, FUNCIONA EN UNA GORILA.


"Salomé", del Zoo de Bristol, se quedó embarazada gracias al medicamento.


Con los 30 años ya cumplidos, parecía imposible que Solomé, una gorila del Zoo de Bristol, en Inglaterra, volviera a tener descendencia.

Su vida sexual era activa pero los esfuerzos de su pareja eran en balde, ya que Salomé ya no ovulaba. Ante tal circunstancia, el Director del Zoológico, el Doctor Jo Gipps, decidió administrarle Clomid, un medicamento usado en tratamientos de fertilidad humana.

A pesar de tratarse de un Gorila, el fármaco hizo su efecto y Salomé volvió a ovular, quedándose embarazada al poco tiempo.

El 15 de diciembre pasado (2006) vino al mundo la nueva cría, de la que la Gorila no se separa ni un segundo.

http://www.portugaldiario.iol.pt/noticia.php?id=755395galdiario.iol.pt/noticia.php?id=755395

http://www.cfbio.org.br/divulga/noticias.asp?id=12&tipo=1

http://meionorte.com/materia.asp?notcod=17732

http://www.rozhlas.cz/odhaleni/gorily/_zprava/346385

sábado, 9 de junio de 2007

EL LEGADO CULTURAL DE LOS CHIMPANCÉS.


Los biólogos descubren que transmiten sus costumbres de generación en generación - Cada grupo tiene hasta 20 «tradiciones» diferenciadas - Aprenden por imitación los hábitos de sus congéneres.

Las distintas culturas humanas tienen su base en costumbres locales que se transmiten de padres a hijos. Partiendo de esta sencilla formulación, un grupo de biólogos ha desarrollado una teoría según la cual los chimpancés no sólo tienen «culturas» diferenciadas según el grupo familiar y que pasan de generación en generación, sino que también son capaces de adquirir nuevas «prácticas culturales» cuando se encuentran en cautividad, hábitos que pueden a su vez transmitir a otros especímenes.

El hallazgo, publicado en la revista «Current Biology», documenta varios ejemplos de cómo distintos grupos han adquirido diferentes maneras de solucionar retos, como el uso de herramientas para obtener alimentos, así como gestos diferenciados en sus relaciones sociales. Este «primo» evolutivo del ser humano, que junto al gorila conforma la rama de los primates de la que salió el homo sapiens y con la que compartimos el 97 por ciento del genoma, puede transmitir a sus semejantes hasta 20 «tradiciones» únicas en su grupo, incluyendo nuevos descubrimientos espontáneos de cómo partir un hueso con una piedra, cascar una nuez o sacar termitas con un palito.


Interacción social

El comportamiento de esta especie ha sido ampliamente estudiado. Entre sus técnicas más características se encuentra el uso de rudimentarios martillos y morteros con cierta habilidad o el lanzamiento de objetos. En cuanto a los gestos de interacción social, destacan el palmeo sobre la cabeza durante el aseo corporal mutuo, rituales de cortejo en los que chascan hojas ruidosamente con los dientes o diferentes métodos de desparasitación.



El proceso de transmisión entre individuos se realiza por simple observación, ya que, según los investigadores de la Universidad Saint Andrews de Escocia y del Centro Nacional Yerkes de Investigación en Primates de la Universidad de Texas, «la idea de una transmisión genética o ambiental es improbable». «Contamos con sólidas evidencias de la capacidad de transmisión cultural de innovaciones entre chimpancés», asegura uno de los biólogos responsables del estudio. «Es más, hemos demostrado que pueden mantener ‘‘culturas’’ compuestas de numerosas ‘‘tradiciones’’ propias en estado salvaje».

¿Qué ocurre entonces cuando los animales están encerrados en zoológicos? Para responder a esta pregunta, los científicos introdujeron en grupos en cautividad ejemplares con nuevas «costumbres» -trucos aprendidos para obtener comida en una especie de laberinto a base de cajas-, que los veteranos adquirieron por imitación, incluso a pesar de permanecer separados por vallas o cristales. Cuatro de las nuevas prácticas pasaron de un grupo a otro, y de éste a un tercero. «El aprendizaje social es importante para la adaptación evolutiva porque resulta mucho más rápida que la que sucede mediante cambios genéticos y que, contrariamente al aprendizaje fruto del esfuerzo individual -por ejemplo, por el método de prueba y error-, puede ser muy eficiente porque uno se apoya en los hombros de las generaciones anteriores y sus logros».

lunes, 4 de junio de 2007

Los monos también razonan en función de las probabilidades de éxito.


Un equipo estadounidense de científicos ha descubierto que no sólo los humanos sopesan las distintas alternativas en función de las probabilidades de éxito, sino que los monos también son capaces de tomar decisiones en función de cuál de ellas calculan que conllevará a una mayor recompensa.

Publicado hoy por la revista científica británica "Nature", el estudio demuestra que las neuronas del lóbulo parietal del cerebro de estos primates elaboran los procesos relacionados con la toma de decisiones basadas en sus probabilidades de éxito.


Liderado por los profesores Tianming Yang y Michael Shadlen, de la universidad de Washington, en EU, el equipo investigador entrenó a dos monos rhesus para que escogiesen entre un par de objetos coloreados. Antes les mostraron de forma secuencial cuatro figuras cada una de las cuales conllevaba un índice mayor o inferior de probabilidades de recompensa.


Los primates aprendieron a utilizar la información probabilística a partir de las diferentes combinaciones de esas figuras y a razonar cuál de ellas reportaría un beneficio.Tomar decisiones es un proceso complicado que generalmente se basa en más de una evidencia. El cerebro necesita combinar todas las opciones para maximizar las probabilidades de éxito.

Al escanear un área de la corteza cerebral de los primates, los científicos mostraron que las neuronas de esa región hicieron un cálculo básico de probabilidades antes de que el animal se inclinara por la opción más prometedora.

Según los autores, los monos tienen capacidades, aunque en estadio primitivo, de deducción probabilística, facultad que también se halla en los humanos, y que se basa en la extracción y combinación de una serie de símbolos visuales.