miércoles, 21 de septiembre de 2011

PROYECTO GRAN SIMIO CONTRADICE UN ESTUDIO DE NATURE SOBRE LA MALARIA EN LOS GORILAS

PROYECTO GRAN SIMIO CONTRADICE EL ESTUDIO PUBLICADO EN LA REVISTA NATURE SOBRE QUE LOS GORILAS SEAN PORTADORES DE LA MALARIA Y PUEDAN CAUSAR SU CONTAGIO AL HOMBRE.

21/SEPTIEMBRE/2011

Proyecto Gran Simio, ante la investigación publicada en la revista Nature en la que señala a los gorilas como portadores del protozoo Plasmodium falciparum causante de la Malaria y que afecta a millones de personas cada año, advierte del grave error en tales conclusiones, vertiendo una falsa acusación que igual que en el caso del SIDA, han responsabilizado a los grandes simios de tener enfermedades que ellos nunca han sufrido y que han sido consecuencia de actividades humanas.

Según han señalado los autores en la mencionada revista, en trabajos futuros intentarán saber cuándo tuvo lugar la transmisión y si la presencia de P. Falciparum en los monos supone un riesgo, ya que en caso afirmativo los gorilas portadores podrían contagiar a seres humanos en momentos en que la deforestación favorece el contacto entre ambos”.

Para Gran Simio, el caso del SIDA en el que se culpa al chimpancé de su origen y propagación, se debió a la elaboración de vacunas usando como sustrato riñones de chimpancés, y en el caso de la malaria es consecuencia de las terribles condiciones de vida de las poblaciones donde ha surgido.

“Los grandes simios comparten con el hombre millones de virus, bacterias y protozoos con los que sus organismos están en equilibrio en condiciones naturales y son las actividades humanas destructoras de este equilibrio las responsables de la malignización de estos componentes esenciales de los organismos y ecosistemas”, ha declarado Máximo Sandín, Doctor en Biología y asesor científico del Proyecto Gran Simio en España.

Sandín explica que el protozoo P. falciparum, es transmitido por la hembra del mosquito Anopheles, siendo el más común de las cinco especies de Plasmodium que produce la malaria en el hombre.

Para Pedro Pozas, Director Ejecutivo de Gran Simio, entiende que la obtusa concepción de la lucha de la Naturaleza y contra la Naturaleza según la cual todos sus componentes están en permanente competencia, lleva a convertir a los grandes simios en culpables de estos males y se corre el grave riesgo una vez más como se hizo con los chimpancés y el SIDA, de ser objetos nuevamente en este caso con gorilas, de nuevos y desorientados estudios biomédicos al considerarlos “portadores” y “transmisores” de la enfermedad sin que en ellos se desarrolle.

Desde Proyecto Gran Simio se hace nuevamente un llamamiento para poner fin a la experimentación con grandes simios y otros animales al existir técnicas suficientemente avanzadas para que las investigaciones que se realicen se lleven a cabo son que ningún ser vivo sufra.

FIN DE COMUNICADO

domingo, 4 de septiembre de 2011

COMPORTAMIENTO ANORMAL DE CHIMPANCÉS EN CAUTIVIDAD.

¿Cómo de anormal es el comportamiento de los chimpancés que viven en parques zoológicos?

Lucy P. Birkett, Nicholas E. Newton-Fisher

Escuela de Antropología y conservación, Universidad de Kent, Canterbury, Reino Unido

Traducido por Anahí Seri - Proyecto Gran Simio - (GAP/PGS-España)

Resumen

Antecedentes: Muchos chimpancés en cautividad (Pan troglodytes) muestran una variedad de comportamientos anormales, algunos de los cuales han sido considerados como posibles signos de salud mental afectada. Es cada vez más habitual que los entornos estén provistos de enriquecimientos destinados a reducir los comportamientos anormales, y se piensa que lo que más éxito tiene es albergar a los individuos en grupos sociales semi naturales. Sin embargo, sólo se han llevado a cabo unos pocos estudios cuantitativos de comportamiento anormal, en particular para la población en cautividad en las colecciones zoológicas. Por tanto se carece de una imagen clara del comportamiento anormal en chimpancés albergados en zoológicos.

Métodos: Presentamos unos resultados preliminares a partir de un estudio observacional detallado de 40 chimpancés residentes en zoológicos en grupos sociales, de seis colecciones de los EEUU y el Reino Unido. Determinamos la prevalencia, diversidad, frecuencia y duración del comportamiento anormal a partir de 1200 horas de datos conductuales continuos, recopilados mediante un muestreo centrado en individuos concretos.

Resultados, conclusión y significado: Nuestro resultado global fue que el comportamiento anormal está presente en todos lo individuos de la muestre, en seis grupos independientes de chimpancés albergados en zoológicos, a pesar de las diferencias entre los grupos en cuanto a tamaño, composición, recintos, etc. Encontramos una variedad sustancial entre individuos en la frecuencia y la duración del comportamiento anormal, pero todos los individuos exhibían algún comportamiento anormal, y la variación de un individuo a otro no se pudo explicar por sexo, edad, historia de crianza o experiencia (definida como las condiciones de albergamiento anterior). Nuestros datos apoyan la conclusión de que, si bien la mayor parte del comportamiento de los chimpancés en zoológicos es “normal” en el sentido de que se corresponde con el comportamiento típico de los chimpancés salvajes, el comportamiento anormal es endémico en esta población a pesar de los esfuerzos de enriquecimiento. Sugerimos que hay una imperiosa necesidad de comprender cómo la mente del chimpancé hace frente a la cautividad, una cuestión con implicaciones tanto científicas como en cuanto al bienestar.

(publicado el 16 de junio de 2011)

Introducción

Se sabe que la cautividad produce comportamiento anormal en una variedad de especies, entre ellas los primates no humanos. Muchos chimpancés que están en recintos de investigación muestran una variedad de comportamientos anormales graves, tales como balanceo repetitivo, beber orina, o automutilación. Los trabajos anteriores indican que algunos comportamientos anormales también ocurren en los chimpancés de zoológicos, pero hay pocos estudios detallados, cuantitativos al respecto.

Los comportamientos anormales pueden ser indicativos de sufrimiento psicológico, pero esto rara vez se considera directamente. Los principios de psiquiatría evolutiva sugieren que algunos comportamientos anormales pueden ser sintomáticos de una enfermedad mental subyacente, un campo de estudios sobre simios que se ha dejado de lado. Estas posibilidades plantean cuestiones éticas serias, sobre todo si se tienen en cuenta las capacidades emocionales y cognitivas de los chimpancés, si bien no disponemos aún de una marco coherente para el estudio del comportamiento anormal en simios.

Las carencias sociales, y sobre toda la separación de la madre, han sido sugeridos como factores causales en el desarrollo de comportamiento anormal en chimpancés cautivos. Estos sucesos pueden ser traumáticos psicológicamente, o pueden privar a los individuos de oportunidades para aprender el comportamiento apropiado. En algunos chimpancés, aunque no en todos, se han encontrado efectos persistentes debidos a la crianza. El impacto de la historia de crianza, si bien es marcado en los chimpancés más jóvenes, parece desvanecerse a medida que los individuos se hacen mayores, al menos en los que han sido resocializados y se los alberga con otros de su especie. Estos resultados parecen sugerir que el albergarlos en grupos sociales, con las oportunidades que conlleva para el desarrollo de unas relaciones sociales adecuadas, mejorará los efectos negativos de las experiencias tempranas. Los albergues sociales han sido sugeridos como la forma más eficaz de combatir la ocurrencia y el desarrollo de comportamiento anormal en primates, aunque no existe un consenso en cuanto a las raíces causales de este comportamiento.

En este artículo presentamos unos resultados preliminares a partir de una investigación detallada y cuantitativa del comportamiento anormal en chimpancés cautivos en zoológicos, basados en observaciones extensas y directas, comparables con las que se emplean para el estudio etológico de los chimpancés salvajes. Nos centramos en individuos adultos y adolescentes que viven en grupos sociales, que es el contexto en el cual debería ser menos probable que los individuos mostraran un comportamiento anormal: nuestro propósito específico es determinar el nivel de comportamiento anormal en chimpancés cautivos que viven en zoológicos con enriquecimiento social. Informamos de datos descriptivos detalladas sobre comportamiento anormal y comprobamos si este comportamiento está relacionado con el tamaño del grupo social, el historial de crianza o los antecedentes (condiciones del albergue antes de entrar en el grupo de estudio). Dado que el comportamiento de los chimpancés varía en función de la edad y el sexo, y se ha informado de algunas diferencias de comportamiento anormal según el sexo, también ponemos a prueba la influencia de estas variables.

Métodos y materiales

El comportamiento anormal entre animales en cautividad es el comportamiento que es atípico en los individuos salvajes, pudiendo estar ausente, o ocurrir con escasa frecuencia. Hemos elaborado una lista de comportamientos anormales basándonos en fuentes publicadas, y hemos añadido algunos más a partir de nuestras observaciones . . . . . . . . . .

Los chimpancés estudiados son todos de instituciones zoológicas acreditadas.

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Los antecedentes son variados: capturados en el medio natural, industria del entretenimiento, comercio de mascotas, laboratorios, otros zoológicos.

17 machos, 23 hembras. . . . . . . . . . .

En cinco de los seis grupos había mezcla de crianza: salvaje, crianza materna, crianza con biberón.

Los datos se recogieron entre diciembre 2008 y mayo 2010. 30 horas de observación para cada individuo, total 1200 horas. . . . . . . . . . .

A partir de los datos concretos se elaboraron cuatro medidas de comportamiento anormal: prevalencia, diversidad, frecuencia, duración.

Resultados

Los 40 chimpancés mostraron algún tipo de comportamiento anormal. Lo más frecuente fue comer heces. Seis comportamientos se observaron en los seis grupos (comer heces, acunarse, despulgarse de forma estereotipada, darse palmadas en los genitales, regurgitar, toquetearse los pezones) y otros dos (arrancarse pelo y propinarse golpes a sí mismo) en cinco de los grupos. Morderse a sí mismo lo hicieron ocho individuos de cuatro grupos.

. . . . . . . . . . (datos estadísticos)

Tanto la frecuencia como la duración de los comportamientos anormales arrojaron grandes diferencias entre individuos. . . . . . . . . . .

No se observaron diferencias en cuanto a edad o sexo. . . . . . . . . . . Tampoco en cuanto a tipo de crianza ni historial anterior. . . . . . . . . . .

Discusión

El resultado global es que el comportamiento anormal está presente en todos los individuos de a muestra en seis grupos independientes de chimpancés en zoológicos. . . . . . . . . . . Todos los individuos mostraron algún comportamiento anormal.

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¿Cómo de anormal el comportamiento de los chimpancés en cautividad? En 1023 horas de muestreo en chimpancés salvajes en Uganda, no se observó ninguno de los comportamiento anormal de la lista de este estudio. 17 de los 37 comportamientos anormales que enumeramos consta que se han observado, aunque rara vez, en chimpancés salvajes. El comportamiento anormal más común en este y otros estudios, la coprofagía, también se ha observado en al menos seis poblaciones salvajes y puede que se transmita por aprendizaje social. Este y otro comportamientos son “anormales” en los chimpancés en cautividad más por la frecuencia a la que ocurren que por el mero hecho de que estén presentes. Es difícil comparar formalmente las tasas y duraciones entre poblaciones cautivas y salvajes. No hay suficiente datos detallados de poblaciones salvajes, como en normal que ocurra con comportamientos que no son frecuentes. Hay poca bibliografía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

La conclusión es que, si bien la mayor parte del comportamiento de los chimpancés en cautividad es “normal”, en el sentido de que es comportamiento observado en individuos salvajes, el comportamiento anormal es endémico en cautividad. En el caso de algunos individuos, domina gran parte de su actividad, para el resto es un elemento persistente de su comportamiento cotidiano, a pesar de vivir en grupos sociales en entornos enriquecidos. Nótese que no nos fijamos en sí los chimpancés cautivos usan su comportamiento normal de forma atípica en comparación con los chimpancés salvajes, lo cual sería otra dimensión del comportamiento “anormal”.

En estado salvaje, las comunidades de chimpancés tienen una estructura social fluida en la cual los individuos tienen libertad para elegir asociados, parejas y zona de deambulación. También deciden cuándo, dónde, y qué comer. Sus dietas naturales incluyen muchas especies de flora y fauna, y usan una variedad de métodos de obtener comida, procesarla, cazar. Sus actividades diarias varían en consecuencia, y se desarrollan en distintos paisajes y tipos de hábitat. En comparación con ellos, los chimpancés en zoológicos tienen pocas oportunidades de ajustar sus formas de asociarse, ocupan espacios restringidos y pobres, y gran parte de su vida está gestionada por humanos. La dieta controlada contrasta radicalmente con los procesos de decisión de su vida cotidiana en estado salvaje.

El proporcionarle a los chimpancés cautivos unos recientes más naturalistas, unos horarios de comida más impredecibles y oportunidades de rebuscar comida, así como la oportunidad de interactuar con miembros de su especie estando albergados en grupos sociales, todo esto parece disminuir el comportamiento anormal. Sin embargo, hasta los mejores entornos zoológicos (entre los que figuran todos los de este estudio) están limitados en cuanto a lo que pueden ofrecer. Algunos comportamientos anormales persisten a pesar de los intentos de “naturalizar” las condiciones de cautividad, y sugerimos que la cautividad en sí misma puede ser un factor causal importante en cuanto a la presencia de comportamiento anormal persistente, de bajo nivel (y potencialmente de nivel más extremo en algunos individuos). Los retos cognitivos y etológicos de la cautividad son menores que en estado salvaje – por más que esto puedan ser circunstancias estresantes y peligrosas – y muchos comportamientos normales y un desarrollo normal quedan excluidos. Si bien los niveles extremos del comportamiento anormal se pueden explicar a partir de las historias particulares de los individuos, los patrones de comportamiento anormal generalizado de bajo nivel observados en este estudio sugieren que a la mente del chimpancé le cuesta adaptarse a las condiciones en cautividad, a pesar de los mejores esfuerzos de las personas encargadas de atenderlos.

Desde la perspectiva de la psiquiatría humana, algunos de los comportamientos anormales exhibidos por chimpancés podrían entenderse como enfermedad mental si se observaran en primates humanos. Al igual que los humanos, los chimpancés son seres conscientes de sí mismo, sensibles y emocionales, con capacidad de sufrimiento. El comportamiento anormal aparentemente generalizado, y el hecho de que persista a pesar del enriquecimiento del entornos y de albergar a los individuos en grupos sociales, hace pensar que al menos algunos ejemplos de este comportamiento son indicativos de problemas de salud mental,

En el futuro habrá que investigar sobre acciones preventivas y de remedio; ver si es mejor que las intervenciones vayan dirigidas al entorno y / o al individuo, y cuál es la mejor manera de supervisar la recuperación. Lo más crítico es que debemos comprender cómo la mente del chimpancé consigue adaptarse a la cautividad, un tema con implicaciones tanto científicas como de bienestar animal, que tendrán repercusiones potenciales sobre el debate de sí se deben mantener en cautividad estas especies.