martes, 11 de septiembre de 2007

La capacidad para digerir el almidón pudo condicionar la evolución humana

Hay diferencias incluso entre los seres humanos.

Un grupo de investigadores ha medido la presencia de copias de un determinado gen, responsable de la producción de una enzima relacionada con la digestión del almidón, en distintos grupos de primates y seres humanos. La principal conclusión el que tipo de dieta está relacionada con el número de copias de ese gen. Los resultados aparecen en un artículo publicado en 'Nature Genetics'.

Durante la mayor parte del día un gorila no hace otra cosa más que comer. En cambio, los seres humanos tenemos una dieta más amplia; en gran medida constituida por vegetales, pero de gran contenido calórico. Esto nos proporciona muchas ventajas sobre otros primates. Una de ellas, tiempo. No tenemos que dedicar tantas horas a la recogida, masticación y penosa digestión de alimentos abundantes aunque poco calóricos. A los humanos nos basta con tomar un poco de arroz, trigo, maíz o patatas.

Esto es debido a que en la saliva (y también en el pancreas) generamos una enzima denominada amilasa, que reduce el almidón de los alimentos a azúcar. La generación de esta enzima está directamente relacionada con la presencia de un gen, el AMY1. Cuantas más copias de este gen dispongamos más fácil nos resultará la producción de amilasa. En comparación, los chimpancés y los bononos (un tipo de mono) tienen tres veces menos copias de ese gen que nosotros; y, por tanto, una producción de amilasa muy inferior.

En opinión de los científicos responsables de la investigación, "ese mayor número de copias de AMY1 fue probablemente ganado en la evolución humana, más que perdido por los chimpancés". Nate Dominy, antropólogo de la Universidad de California en Santa Cruz, y uno de los investigadores responsables del estudio, cree que el cambio en la dieta pudo haber favorecido el crecimiento del cerebro de los homínidos que tuvo lugar hace dos millones de años.

Pero la mayor o menor presencia de estas copias del gen AMY1 no sólo varía entre primates; también lo hace entre distintos seres humanos. Aunque de forma menos acusada que con los otros primares, los investigadores han podido observar cómo los japoneses y los europeos tienen más copias de ese gen que pueblos tan dispares como los biaka africanos o los yakutos de Siberia. No parece casual que los primeros tengan dietas basadas en alimentos con almidón (arroz y trigo), y los segundos no. Los autores concluyen que la selección natural ha favorecido un número creciente de copias del gen AMY1 en aquellas comunidades que tenían este tipo de dietas.

http://www.nature.com/ng/index.html

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/09/11/ciencia/1189502984.html