miércoles, 2 de mayo de 2007

Algunos chimpancés utilizan cuevas como refugio, como los primeros humanos.

El mono de las cavernas.

Como nuestros primitivos ancestros, los chimpancés no solamente utilizan herramientas de piedra y fabrican armas sino que también se refugian en cuevas. Redactado por Heber Rizzo Baladán Montevideo, Abril 18, 2007 Cuando en 1779 el naturalista Johan Friedrich Blumenbach acuñó el nombre de Pan troglodytes (simio cavernícola) para designar al chimpancé, no pudo suponer cuán cerca de la verdad estaba.

Un chimpancé macho cerca de una cueva.

Actualmente, el genus Pan se considera dentro de la sub-familia de Homininae, a la cual pertenecen también los humanos. De hecho, los biólogos piensan que las dos especies de chimpancés dentro del genus Pan, el chimpancé común y el chimpancé enano o bonobo, son los parientes evolutivos más cercanos al hombre. Tanto es así que, visto la cantidad de datos genéticos que compartimos (algo más del 94% del genoma), algunos científicos han propuesto que ambos sean considerados en realidad como miembros del genus Homo. Pues bien. Hace poco dábamos cuenta de que un grupo de investigadores liderado por la profesora Jill Pruetz de la Universidad del Estado de Iowa había descubierto que una sub-especie, el Pan troglodytes verus, o chimpancé de las sabanas del sudeste de Senegal (uno de los lugares más cálidos y áridos que habitan los chimpancés actualmente, y que resulta ser un hábitat similar al que se cree ocupaban nuestros ancestros humanos al surgir evolutivamente), específicamente los de la población de Fongoli, en Senegal, fabricaban armas puntiagudas para cazar algunas presas. Ahora, la misma antropóloga ha descubierto otro rasgo de estos animales que los hace aún más cercanos a nosotros.

Vista desde el interior de la caverna utilizada por los chimpancés de Fongoli.


En un estudio que será publicado próximamente, la profesora Pruetz informa que estos chimpancés utilizaban cuevas para protegerse de las inclemencias del tiempo. Inicialmente, la evidencia fue indirecta (restos de alimentos, heces y pelos), recogida en una cueva entre enero y diciembre de 2004. Posteriormente, en observaciones realizadas hasta marzo de 2006, Pruetz también fue testigo de la entrada y salida de chimpancés de esa cueva. Según la científica, hace unos años había hablado del asunto en Japón, “y todos quedaron asombrados. Pensaban que era algo grande y que nadie había escuchado nada como eso antes, excepto Jane Goodall que se acercó a mí después de la charla y me dijo que había oído sobre un incidente ocurrido en Mali, donde una inspección había observado a un grupo de chimpancés saliendo de una cueva”. En su artículo, Pruetz llega a la conclusión de que los chimpancés utilizan la cueva como respuesta al calor prevaleciente en Fongoli. Recogió datos sobre las temperaturas dentro de la cueva de Sokoto (la mayor del lugar) así como de diferentes hábitats ocupados por los chimpancés, tales como la selva de galería y las arboledas.

Chimpancé de Fongoli.


Su estudio descubrió que los chimpancés utilizan principalmente la cueva de Sokoto como refugio durante las épocas más cálidas y secas del año, desde octubre hasta mayo. La cueva tiene varios metros de profundidad y está localizada en el cabezal de una quebrada poco profunda, formada por una corriente de agua que fluye desde una meseta. Entre 2001 y 2004, la temperatura diaria promedio en el año dentro de la cueva de Sokoto fue de 24,2º C, mientras que en la arboleda era de 29,6º y en la sabana de 24,6º, ambas localizadas a unos 30 metros de la cueva y en el borde de la quebrada Sokoto. Pruetz atribuye al viento la menor temperatura de la sabana. “Parecía estar mucho más fresco cuando se entraba en la cueva, pero deseaba estar segura y tomé mediciones de la temperatura en la cueva y en los diferentes hábitats”, dice, “y los chimpancés utilizaban la cueva durante la estación seca, cuando afuera se producen las temperaturas más altas”. Agrega que los chimpancés simplemente se ubican allí y descansan. Traen alimento con ellos y lo comen allí, y luego se acomodan y se relajan.

La antropóloga Jill Pruetz.

Según ella, probablemente las temperaturas máximas tengan una incidencia mayor en las tensiones provocadas por el calor que las temperaturas promedio, y serían esas tensiones las que impulsan a los chimpancés a ocupar las cuevas, aunque es posible que la explicación final no sea tan simple. Las próximas investigaciones que realizará el equipo de Pruetz en esa zona de Senegal incluirán mediciones de la humedad relativa en dicho hábitat. Según comentó la paleoantropóloga Adrienne Zihlman de la Universidad de California en Santa Cruz, “estos chimpancés se enfrentan a condiciones que la mayoría de sus congéneres no sufren. Están enfrentando algunos problemas que deben ser resueltos si desean sobrevivir en la sabana, la misma clase de problemas que confrontaron nuestros ancestros humanos primitivos”. El biólogo Rob Shumaker de la Fundación Gran Simio de Iowa en Des Moines agregó: “estos hallazgos destacan realmente el rango de flexibilidad cognitiva y de comportamiento que existe en los chimpancés. Estos resultados no se ven en ningún otro emplazamiento chimpancé, lo que refuerza la idea de que hay variaciones culturales entre chimpancés que habitan lugares diferentes”. Y terminó: “continúan sorprendiéndonos y enseñándonos a utilizar nuevos conocimientos”.


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Primates, monos, y simios:

El título del artículo anterior es nada más que un juego de palabras, una forma de expresión. Para la mayoría de la gente, y hablando un lenguaje técnico pero no estrictamente taxonómico (la taxonomía es la ciencia que clasifica ordenada y sistemáticamente a los seres vivos), un chimpancé no es un mono, sino un simio. Por eso, detallaremos a continuación una serie de términos clasificatorios que son de uso más o menos común pero que a veces no son bien comprendidos, ni por los lectores ni por los comunicadores.

PRIMATES: El orden de los Primates incluye a los prosimios, a los monos, a los simios y a los seres humanos. Entre sus características generales se cuentan las siguientes: pentadáctilos (tienen cinco dedos, con uñas, no garras), un patrón dental común y un diseño corporal no especializado. Poseen visión estereoscópica, manos prensiles, capacidad de manipular objetos pequeños, cerebros grandes en relación con sus cuerpos, y vida social compleja. Las aproximadamente 235 especies que existen en la actualidad (hay discusiones y opiniones varias en la clasificación) que pertenecen al orden se dividen en dos subórdenes: estrepsirrinos o primates de nariz húmeda (lémures y loris) y haplorrinos o primates de nariz seca (tarsis, monos, simios y humanos). A su vez, los haplorrinos se dividen en dos infraórdenes: prosimios y simiiformes (antes conocidos como antropoideos). Los prosimios son en su mayoría de pequeño tamaño, de hábitos nocturnos y actualmente se los encuentra únicamente en África y en Asia sudoriental.

MONOS: Los simiiformes también se dividen en dos secciones: los platirrinos o monos del nuevo mundo, con narices más o menos chatas y anchas y narinas bastante separadas que se proyectan hacia los lados, y con colas largas en relación con el tamaño corporal, y los catarrinos o monos del viejo mundo, con narices más largas y angostas y narinas más juntas que se proyectan hacia abajo; sus colas (si es que las tienen) son cortas y no prensiles. Siguiendo el recorrido taxonómico, encontramos que los catarrinos tienen al menos tres grandes familias: los cercopitécidos (los monos del viejo mundo), los hilobátidos o gibones, también conocidos como simios menores, y los homínidos, que incluyen a los orangutanes, gorilas, bonobos, chimpancés y humanos. Algunos consideran que los orangutanes conforman una familia aparte, los póngidos. Por lo tanto, los animales que comúnmente denominamos monos son los que pertenecen al infraorden de los platirrinos y también a los que se incluyen en la familia de los cercopitécidos. Ejemplos de platirrinos son los monos aulladores, los pequeños titís, los guacaríes y los muy populares capuchinos. Entre los cercopitécidos encontramos a los macacos, a los mandriles, a los tapiones, a los colobos y los lagures.

SIMIOS: Estrictamente hablando, no existe un grupo de animales clasificados taxonómicamente como simios. Antiguamente, para la taxonomía tradicional los homínidos incluían únicamente a los humanos y a sus parientes cercanos extintos, mientras que había otra familia, la de los póngidos, que incluía a los llamados grandes simios: gorilas, chimpancés y orangutanes. Actualmente, la taxonomía filogenética (que se va imponiendo de a poco) incluye a estos últimos en una única familia: la de los homínidos. De esta forma, la familia de los homínidos se divide en dos sub-familias, la de los Pongínidos, con una única división. el género Pongo, representado por los orangutanes, y la sub-familia de los Hominínidos, integrada por dos tribus, la de los Gorilinos y la de los Homininos. Los gorilinos cuentan con un solo género, el de los gorilas, mientras que los homininos presentan dos géneros: el género Pan (chimpancés y bonobos) y el género Homo (nosotros, los humanos, el Homo sapiens).

HUMANOS: Entonces, al fin y al cabo, ¿qué somos nosotros exactamente? ¿Somos monos, somos simios, somos otra cosa? Como sucede muchas veces, las respuestas pueden ser muy variadas, desde monos glorificados, pasando por simios desnudos, hasta reyes de la evolución casi separados del resto de los animales. Todo depende de la opinión del preguntado. Por mi parte, recomiendo hacer una visita a un blog excelente, muy probablemente el mejor de su clase en nuestro idioma, el Paleofreak, que usualmente tiene artículos más que interesantes y que sobre este asunto publicó uno que merece ser leído y meditado: ¿Es el hombre un mono? ¿y un simio? ¿es el mono un hombre?. Espero que les sirva de ayuda.

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