domingo, 27 de abril de 2008

INSÓLITA IMAGEN DE UN ORANGUTÁN PESCANDO.


En esta origianl fotografía, se puede ver cómo un orangután trata de pescar con una lanza, tal y como lo haría un hombre. Esta es la primera vez que se observa una imagen como esta.


Darwin tendría un elemento más para su teoría de la evolución del hombre, si hubiese visto esta imagen. La verdad es que para muchos especialistas esta es la primera vez que se puede ver a un orangután, teniendo actitudes tan definidas y parecidas a un ser humano. No es raro ver a uno de estos animalitos pescando, pero utiliza sus manos y su boca, no una lanza.

Esta extraordinaria imagen, exclusiva en el mundo, fue tomada en Borneo en la isla de Kaja, este es el río Gohong, en donde los orangutanes están siendo rehabilitados dentro de la selva salvaje, luego de haber sido rescatado de casas particulares.La imagen es parte de una serie de imágenes tomadas para el nuevo libro que estudia a estos animales llamado "The Thinkers of The Jungle" (algo así como "Los pensadores de la selva"), cuyo autor es Gerd Schuster, Willie Smits y Jay Ullai.

sábado, 19 de abril de 2008

LOS CHIMPANCÉS DE FONGOLI

http://www.savannachimp.com/

En las sabanas de Senegal, los chimpancés cazan gálagos con palos semejantes a lanzas. Este caldo de cultivo de “tecnología chimpancé” ofrece pistas sobre nuestra propia evolución.

El alba llega de improviso y veloz, como si una mano invisible alcanzara un interruptor y encendiera la luz. Es la señal para que 34 chimpancés despierten. Yacen en los nidos que construyeron la noche anterior, en los árboles ubicados a la orilla de una meseta. Un chimpancé salvaje no abandona el lecho silenciosamente. Estos animales despiertan gritando. Los sonidos que escucho tienen nombres técnicos –gruñido jadeante, chillido, aullido– pero para un recién llegado, se trata sólo de un ruido loco y exuberante que se va intensificando. No es posible escucharlo sin sonreír.

No se trata de chimpancés que se hayan visto en estas páginas. Son primates de la sabana arbolada que se encuentran al este de Senegal y a través de la frontera en el oeste de Malí. A diferencia de sus conocidos parientes selváticos, los chimpancés de la sabana arbolada (Pan troglodytes verus) pasan casi todo el día en el suelo. Aquí no hay grandes copas de árboles que formen un dosel como en la selva. Los árboles crecen bajos y muy dispersos. Es un ambiente abierto y espinoso, muy similar al terreno donde evolucionaron los primeros humanos. Por ello las comunidades de chimpancés como el grupo de Fongoli –llamado así por un arroyo que corre donde habitan– son de un valor inigualable para los científicos que estudian el origen de nuestra especie.
A las 8 a. m. mi termómetro barato marca 32˚ C. Nuestras camisas están marcadas por las mismas líneas blancas de sal que aparecen en invierno sobre las botas de la gente. Aquí la sal proviene del sudor. La meseta que cruzamos es un terreno de nadie, de rocas rojas y cáncer de piel, sin árbol alguno que proteja de la caída del sol ecuatorial. Cada uno de nosotros carga tres litros de agua en su mochila. Estaba fresca cuando salimos. Para el mediodía estará tan caliente que se podría preparar té. Pero no me estoy quejando. Sólo lo señalo. La vida en la sabana –incluso en la llamada “sabana mosaico”, suavizada por manchas de árboles frondosos junto al cauce de los ríos– es muy dura.

Si uno es un primate acostumbrado a lugares más verdes, debe modificar su comportamiento para sobrevivir. Nuestros ancestros homininos más antiguos (simios bípedos) evolucionaron hace más de cinco millones de años al final del Mioceno, una época de extrema sequía que vio la creación de amplias extensiones de praderas. Los primates tropicales que quedaron ahí ya no tenían frutas en abundancia ni riachuelos o lagos durante todo el año. Fueron obligados a adaptarse, a ampliar su búsqueda de alimento y agua, a sacar ventaja de otros recursos. En pocas palabras, a ser creativos.

En 2007, Jill Pruetz, antropóloga de la Universidad Estatal de Iowa, dio a conocer que un chimpancé hembra de Fongoli llamado Tumbo había sido vista dos años antes, a un kilómetro de donde nos encontramos ahora, afilando una rama con sus dientes y usándola como lanza. La dirigió contra un gálago, un pequeño primate nocturno que mora en los árboles y brinca de rama en rama como saltamontes. Antes de esta noticia se pensaba que la práctica de elaborar herramientas para cazar y matar mamíferos era un comportamiento exclusivamente humano. En un lapso de 17 días, al inicio de la temporada de lluvias de 2006, Pruetz vio en 13 ocasiones a los chimpancés cazar gálagos. En 2007, hubo 18 avistamientos. Parecería que los chimpancés se están volviendo creativos. Hay individuos incómodos con las historias de Pruetz sobre chimpancés que usan lanzas, y no se trata sólo de los gálagos. Richard Wrangham, profesor de antropología biológica en Harvard, quien ha estudiado la agresión en los chimpancés en el Parque Nacional Kibale de Uganda, se mantiene escéptico.

Wrangham es ampliamente conocido por su teoría del “macho demoníaco”, que sostiene que los salvajes asesinatos cometidos por chimpancés machos mientras patrullan su territorio apuntan hacia una naturaleza violenta en la esencia del hombre. El primatólogo Craig Stanford, autor del libro The Hunting Apes, también resta importancia a los hallazgos de Pruetz. “Este comportamiento es fascinante, pero las observaciones son preliminares y sólo merecen una pequeña nota en una publicación especializada”. El informe se publicó en la revista Current Biology y, al parecer, la gente lo encontró interesante. En la semana siguiente, los hallazgos de Pruetz figuraron en más de 300 fuentes científicas y noticiosas. Fue la comunicación de primatología más comentada desde los informes de Jane Goodall sobre infanticidio y canibalismo en Gombe en los años setenta.

Pruetz y yo observamos a los chimpancés trepar desde sus nidos. Un macho grande cuelga con un brazo de una rama baja, meciéndose suavemente, sin ninguna prisa. La silueta está completamente erguida, asombrosamente humanoide. Se suelta, cae al suelo y se desplaza a través de la meseta. Es imposible no ver el simbolismo. Aquí está un chimpancé, considerado por muchos como lo más cercano que tenemos a un modelo viviente de nuestros ancestros homininos, cayendo literalmente de los árboles y moviéndose por la amplia extensión abierta de la sabana. Es como si viéramos una elipsis en una filmación de la evolución humana, el amanecer del hombre desplegándose en nuestros binoculares.
Jill Pruetz pasó cuatro años haciendo que los chimpancés de Fongoli se acostumbraran a la presencia humana –lo que los primatólogos denominan “habituación”– y los últimos tres veranos observándolos. Ella sigue a los chimpancés seis días a la semana, del alba al anochecer. No es un trabajo glamouroso. Se acalora, se ensucia y se agota. Su hogar es una cabaña con paredes de adobe y una letrina en el suelo que comparte con 30 aldeanos de Fongoli. La cena consiste en arroz con salsa de cacahuate, salvo cuando es salsa de cacahuate con mijo. Si los chimpancés viajan más lejos de lo acostumbrado, Pruetz regresa tan tarde a la aldea que su ración ya se la han dado a los perros. A veces, en vez de caminar los ocho kilómetros de regreso al campamento, se acurruca y duerme en el suelo (o toma una siesta en un nido abandonado de chimpancé). Le ha dado malaria siete veces. Sin embargo, rara vez uno se topa con alguien que tenga tanto amor por lo que hace, como Pruetz. Justo ahora está sentada en el suelo anotando con una mano y sacudiendo las llamadas abejas del sudor con la otra. La sangre de una ampolla ha traspasado el talón de su calcetín. Pero a juzgar por la actitud de Pruetz, bien podríamos estar en París. “A veces”, dice, rascándose un piquete, “pienso que voy a despertar y todo será un sueño”. Las recompensas han sido notables. Además del uso de herramientas para cazar, los chimpancés de Fongoli han exhibido otros comportamientos novedosos: remojarse en un hoyo con agua y pasar la tarde dentro de cuevas. Con 63 kilómetros cuadrados, Fongoli es el hábitat más amplio de cualquier grupo de chimpancés habituados que se haya estudiado (los de Jane Goodall, en contraste, vagan por 13 kilómetros cuadrados de terreno). Craig Stanford compara la búsqueda de comida en una gran extensión a saber cómo moverse por un supermercado enorme. Como Pruetz, cree que los chimpancés no buscan al azar, sino con premeditación y propósito. “Uno no transita por los pasillos del supermercado esperando vislumbrar el brócoli. Sabes en dónde está cada cosa, y en qué meses se pone a la venta la comida de temporada”. Él piensa que lo mismo es cierto para los chimpancés. “Inteligencia ecológica” es el nombre de la teoría de que algunos primates, incluyendo a los de nuestro linaje, han desarrollado cerebros más grandes y complejos porque les ayudaron a adaptarse a los retos para sobrevivir en un hábitat menos generoso. “El primer empujón hacia un cerebro más grande –escribe Stanford– pudo ser el resultado de una dieta de alta calidad, distribuida irregularmente, y las habilidades cognitivas necesarias para localizarla”. De alta calidad significa carne.

El cambio hacia una dieta con más carne quizá desempeñó un papel importante en la evolución de un cerebro más grande y sofisticado. Esta es la idea: los cerebros, usando la terminología acuñada por los investigadores Leslie Aiello y Peter Wheeler, son “tejidos costosos”.
Para mantener en funcionamiento un cerebro más grande, otro órgano o sistema tiene que utilizar menores recursos. Un chimpancé requiere mucho menos comida rica en energía, como la carne, que la que necesitaría si se alimentara de materia vegetal baja en nutrientes. Gastar menos energía en la digestión significa que uno se puede permitir aplicarla en otra cosa, como potenciar un cerebro expandido. Como si la hubieran llamado a escena, una hembra de nombre Tia aparece en nuestro campo de visión, a seis metros de distancia, sentada en una roca y desgarrando carne de una extremidad; parece el comensal en un almuerzo campestre que comiera un inmenso muslo de pollo. Pruetz alza sus binoculares, y los vuelve a bajar. “¡Mierda! Es un antílope jeroglífico”. Lo sabe por las marcas blancas de la tira de piel que cuelga de la pierna. “Es el animal más grande que los he visto comer”. Supone que es un cervatillo. Los chimpancés de Gombe también han matado a veces a algunos cervatillos de antílope jeroglífico. Es la presa de chimpancé más grande que se haya registrado.

La caza y la temporada de lluvias coinciden en Fongoli, y Pruetz tiene algunas teorías acerca del motivo. Cuando los hoyos se llenan de agua y los retoños y otros follajes se vuelven más abundantes con la lluvia, la tierra proporciona el sustento para mantener a un grupo considerable de chimpancés en movimiento. Viajar en un conjunto grande tiene sus ventajas. Un chimpancé solitario o un grupo pequeño que salga por su cuenta puede perder el rastro de su comunidad por varios días. Para un chimpancé, socializar es importante. Pruetz señala a una hembra en celo, llamada Sissy; su trasero protuberante y rosado se menea detrás de ella como un polisón. “De otra manera, te pierdes de eso”. Se refiere, claro, a la oportunidad de aparearse y heredar el material genético.

Ahora mismo, con dos lluvias que han iniciado la temporada, hay agua y comida apenas suficientes para que todo el grupo viaje unido. Pruetz cree que es este escenario –un gran número de individuos compitiendo por recursos limitados– lo que ha empujado a ciertos miembros de la comunidad a intentar lo nuevo, como afilar palos para cazar gálagos. Es un tipo de caza distinto a los ataques organizados de los monos colobos que se han registrado en otros lugares. A veces, al toparse con un tronco hueco y muerto –que promete albergar gálagos que duermen de día–, un chimpancé arranca una rama de otro árbol cercano, le quita las hojas y los extremos endebles, y luego usa los dientes para afilar una de las puntas. Después introduce la herramienta en un hoyo del tronco hasta que el animal que está dentro queda fuera de combate; entonces el chimpancé lo devora, empezando por la cabeza. “Como si fuera una paleta”, dice Pruetz. Las hembras adultas de chimpancé y los jóvenes –los de rango más bajo– han sido vistos cazando gálagos con más frecuencia. Esto tiene sentido. Los machos dominantes no son generosos con la comida que encuentran, y nadie puede forzarlos a compartirla. Las hembras de Fongoli parecen haber tomado el asunto en sus propias manos.

Aquí viene Farafa, con su bebé Fanta en la espalda y un pernil de gálago en la mandíbula. Es un complejo y desordenado pedazo de anatomía, con tendón y piel colgando de un extremo. Tia la ve y se levanta para alejarse. La última imagen que veo de Tia es erguida, con su hueso ya limpio, agitándolo sobre su cabeza, como si recreara la escena del “amanecer del hombre” de la película 2001: Odisea del Espacio, de Stanley Kubrik. Los chimpancés de Fongoli tienen un don para lo dramático.

LA CONMOCIÓN MEDIÁTICA que provocó el informe de Pruetz sobre los chimpancés que usan lanzas hizo que su ausencia como ponente en el congreso La mente del Chimpancé, celebrado el año pasado, resultara desconcertante.

Ella estaba entre el público, pero no la invitaron a presentar una ponencia. Además, su asesor de posdoctorado, el primatólogo William McGrew, de la Universidad de Cambridge, hizo una breve referencia a la conducta de caza en Fongoli, pero no le dio crédito a ella por su trabajo, sino al coautor y ex estudiante de Pruetz, Paco Bertolani, ahora un estudiante de McGrew. Bertolani atestiguó el primero de los ejemplos observados de dicho comportamiento –que ya suman 40–, pero la etiqueta científica indica que quien debe ser mencionado es el investigador principal. McGrew se disculpó más tarde. Algunos primatólogos criticaron a Pruetz por exagerar el hallazgo sobre el uso de lanzas contra los gálagos. Cuando tu presa es más pequeña que tu mano, ¿estás realmente cazando?

Los primatólogos varones tienden a marcar la distinción por género: la opinión tradicional es que, en el mundo de los chimpancés, la caza –junto con la agresión y el asesinato– es del dominio de los machos. “Los pequeños mamíferos que obtienen las hembras y los jóvenes son ‘recolectados’ –dice Pruetz–, mientras que los machos ‘cazan’”. El concepto es que las hembras no cazan porque no lo necesitan; algunos piensan que los machos intercambian la carne por sexo, pero Pruetz no ha visto esto en Fongoli. Voy a dar mi opinión, si acaso tiene algún valor. Un día, mientras acompañaba a Pruetz, vi a un joven chimpancé llamado David junto a un hoyo de gálagos en un árbol. Lo escuchamos mucho antes de poder verlo: oímos un retumbante ¡pac! que congeló a Pruetz donde estaba. Dijo: “Espera, espera, eso suena como una lanza!”. Volteamos, y ahí estaba, en una rama de un árbol de quino, sujetándose con una mano y agitando un grueso palo de un metro de largo sobre su cabeza. Lo metió con fuerza dentro del hoyo, y luego lo sacó y examinó la punta. Concluyendo que no había nadie en casa, se fue; dejó la lanza asomándose por el hoyo. La violencia y premeditación con las que ejecutó esa acción no sugerían de ninguna manera un animal que buscara comida con tranquilidad. Su objetivo era inconfundible: matar, o al menos incapacitar, a lo que estuviera ahí dentro.

Muchos de los expertos que revisaron el artículo de Pruetz tropezaron con la palabra lanza. Para empezar, sugiere un proyectil, y una técnica como la del hombre de Cro-Magnon: algo que se apunta a un blanco y se arroja (Pruetz dice que pensaba en la pesca con arpón cuando escogió el nombre). Stanford sugirió porra. Sin embargo, las porras no son afiladas. Alguien más propuso daga. Otro quería bayoneta. Al final, Pruetz quitó lanza del título y redactó el texto más cuidadosamente, haciendo referencia a una herramienta “usada a la manera de una lanza” (la prensa usó el término de todos modos. “Chimpancés con lanzas comen gálagos ensartados” era el frívolo encabezado en NewScientist.com). Le pregunté a Pruetz si quizá fue víctima de una conspiración de machos alfa primatólogos. Se rió. “Sí, tal vez no estoy haciendo suficientes gruñidos jadeantes” (el gruñido jadeante es una expresión de sumisión; un chimpancé que se tope con un semejante de mayor rango y no haga esta vocalización está buscando problemas). También puede ser que los humanos simplemente nos resistimos a la noción de que alguien, además de nosotros, construya armas para matar.

Uno pensaría que los primatólogos se sentirían cómodos con los límites cambiantes entre chimpancés y humanos. Sus secuencias genéticas son alrededor de 95 a 98 % iguales (esto es menos significativo de lo que parece. Los humanos comparten más de 80 % de su secuencia genética con los ratones, y tal vez 40 % con la lechuga). Una investigación reciente de los genomas de humanos y chimpancés, realizada por David Reich y sus colegas en el Instituto Broad, que pertence al Instituto Tecnológico de Massachusetts y a Harvard, en Cambridge, EUA, sugiere que los chimpancés y los homininos más antiguos podrían haberse cruzado tras la separación inicial de las dos líneas. Pero parece persistir una sensación de incomodidad con descubrimientos que, como señala Pruetz, “le restan a nuestra superioridad”.

Desde los primeros días de la primatología, los descubrimientos sobre el comportamiento de los chimpancés que amenazan con socavar lo especial que caracteriza a los seres humanos, lo que nos hace únicos, se han enfrentado con una resistencia rencorosa. Muchos antropólogos se enfurecieron con las primeras referencias a una “cultura” de los chimpancés, concepto muy aceptado hoy en día. Los primeros informes de Jane Goodall sobre chimpancés que elaboraban herramientas (para “pescar” termitas) fueron tan polémicos en su día como las afirmaciones más recientes de que es posible enseñar a los chimpancés a usar el lenguaje. En Great Apes Fund, en Des Moines, Iowa, un bonobo (chimpancé pigmeo) de nombre Kanzi ha aprendido a comunicarse a través de símbolos. Kanzi maneja cerca de 380 símbolos y muestra señales de comprender su significado. Cuando lo asustó un castor, para el cual no tenía ningún símbolo, el bonobo indicó los símbolos para “agua” y “gorila” (animal que lo asusta). Los críticos dicen que esa comunicación es sólo un comportamiento condicionado. Los usos novedosos de los símbolos –por ejemplo, “gorila de agua”– se descartan como simples coincidencias.

Una excepción a estas actitudes existe desde hace mucho en el Instituto de Investigación de Primates, en la Universidad de Kyoto. La primatología japonesa es congruente con el precepto budista de que los humanos son parte de la naturaleza, y no están más arriba ni separados de ella. En el congreso La mente del Chimpancé, realizado el año pasado en Chicago, Tetsuro Matsuzawa habló sobre los primeros años de la primatología, cuando los científicos “desconocían lo emparentados que estamos”. Y con un asombro imperturbable añadió: “Tan emparentados como caballos y cebras”. En occidente, la actitud hacia los chimpancés ha cambiado gradualmente en las últimas décadas. La secuenciación del genoma del chimpancé, terminada en 2005, ha renovado el interés. Nueva Zelanda, los Países Bajos, Suecia y el Reino Unido han promulgado leyes que limitan la experimentación con grandes simios, y las Islas Baleares, en España, aprobaron una moción en 2007 concediéndoles derechos legales básicos. En 2006 una organización austriaca en favor de los derechos de los animales presentó una solicitud a un juzgado de distrito en Mödling para que se asignara un tutor legal a un chimpancé llamado Hiasl. La estrategia era otorgar un estatus de “persona legal” al peludo acusado (el juez fue comprensivo, pero se negó).

LA CHIMPANCÉ SISSY se sienta inmóvil y encorvada en un pequeño montículo de termitas a seis metros de nosotros. Sólo se mueve su brazo derecho; mete un trozo de liana de saba en un hoyo y luego la retira con suavidad, con unas termitas colgando de ella. La lleva con cuidado hasta su boca, como una jubilada que tomara una cucharada de sopa. El montículo descansa sobre una capa abierta de laterita guijarrosa, color ladrillo, que hace que el suelo parezca una cancha de tenis de arcilla. Al igual que la pesca con mosca, atrapar termitas es una actividad meditativa, sutilmente engañosa. La intenté algunas veces y ni siquiera pude encontrar un hoyo activo. Mi trozo de liana nunca se hunde más que unos pocos centímetros; los chimpancés entierran la suya medio metro. Pueden encontrar hoyos activos por medio del olfato, introduciendo la liana y luego oliendo la punta para buscar el aroma de las feromonas de las termitas soldado.

Los chimpancés de Fongoli comen termitas todo el año y no sólo en la temporada de sequía, cuando otros alimentos escasean. Las termitas forman, cuando menos, 6 % de la dieta de un chimpancé de Fongoli. Lo sabemos porque casi todas las tardes en punto de las seis, la asistente de investigación Sally Macdonald se sienta con un conjunto de tamices y baldes, y una o dos bolsas herméticas de plástico con las heces de chimpancé que los investigadores recogen casi diariamente. Examina las semillas de frutos, estima el porcentaje de fibra de hojas y yemas, y toma nota de los huesos de frutos y de pinzas de termitas. “La ciencia en todo su glamour”, dice Macdonald muy seria. Su madre le manda bolsas herméticas pero desconoce su destino.
La estudiante de doctorado de Pruetz, Stephanie Bogart, dice que parte de la razón por la que los chimpancés buscan termitas es que son un alimento con un alto contenido calórico. Una porción de 100 gramos de termitas tiene 613 calorías, comparada con 166 de la gallina. Pero 100 gramos de termitas soldado son cientos de insectos, pescados poco a poco en un montículo. Es como comer un pastel migaja a migaja. A los chimpancés les deben gustar mucho. Sissy se levanta de su sitio en el montículo para seleccionar una nueva herramienta. Rompe un pedazo de liana y la examina. Satisfecha, la lleva en la boca de regreso al montículo, como una costurera que sujetara alfileres entre sus labios. Pruetz y otros investigadores plantean que los chimpancés hembras no sólo son más hábiles que los machos cuando se trata de fabricar y usar herramientas, también son más dedicadas. Craig Stanford concuerda en que probablemente fueron las mujeres las que primero condujeron a nuestra cultura hacia el uso de herramientas. Él supone que las herramientas más antiguas para conseguir alimento dieron paso a otras que servían para sacar carne de cadáveres que carnívoros grandes mataron y abandonaron. Y a su vez, estas herramientas allanaron el camino a la creación de instrumentos para matar presas. Esto hace mucho más impresionantes las observaciones de Pruetz sobre los chimpancés que afilan palos y los usan para atacar gálagos: las hembras de Fongoli parecen haber saltado directamente a las herramientas asesinas. No les falta mucho para inventar las pinzas para voltear la carne asada.
PRUETZ Y YO nos sentamos en un barranco arbolado donde los chimpancés descansan durante las horas más calurosas del día. Aquí la vegetación es más densa. Vemos a una esbelta serpiente verde moverse en la hierba. Arriba de nosotras, los pájaros cantan. Uno dice chirio, otro tuit. Un tercero dice gup gup gup gup gup, como el personaje de Curly en el antiguo programa de televisión Los tres chiflados (cuando pregunto cuál es ese, Pruetz me contesta, sin rastro de sarcasmo: “un pájaro”. Es una mujer de intereses singulares). Pruetz me indica que mire hacia una maraña de lianas de saba. Donde yo veo una masa oscura, ella es capaz de distinguir seis animales. La mujer tiene vista de chimpancé (es una condición que permanece incluso mucho después de regresar a Iowa. “Llego a casa y busco chimpancés en el campus”). Los animales pueden estar tan bien escondidos y tan callados, que incluso a Pruetz le cuesta trabajo encontrarlos. A veces los localiza por el olor, el de chimpancé es una potente variante del olor corporal.

La escena de las lianas es de satisfacción doméstica. Yopogon acicala a Mamadou. Siberut se recarga contra un árbol y frota los dedos gordos de sus pies uno contra otro. Un par de jóvenes se mecen en las lianas, entrando y saliendo de un rayo oblicuo de sol. Uno de ellos usa el pie para impulsarse en un tronco y se pone a girar. Los otros se columpian de liana en liana, como Tarzán. Son casi dolorosamente lindos. Un chimpancé llamado Mike está acostado en una hamaca de ramas, con las piernas dobladas; uno de sus tobillos descansa sobre la rodilla opuesta. Tiene un brazo detrás de la cabeza, mientras que el otro está doblado y la mano cuelga indiferente, parece un vaquero que se recarga contra una cerca. Nos miramos fijamente durante 10 segundos. En parte porque su pose es tan humana, y en parte por la forma en que sostiene mi mirada, me encuentro sintiendo una conexión con Mike. Se lo confieso a Pruetz, quien admite tener sentimientos similares. A ella le importan los chimpancés de Fongoli como a uno le importa la familia. Envía emocionados correos electrónicos cuando nace un bebé y se preocupa cuando el viejo y casi ciego Ross desaparece por más de una semana. Pero en los congresos no muestra este lado suyo. Ahí todo es jerga y estadísticas, índices de afinidad entre pares y la “mezcla de quejidos y disgusto”. Especialmente con los investigadores varones.

Una de las primeras cosas que aprenden los estudiantes de primatología es a evitar el antropomorfismo. Como los chimpancés se ven y actúan tan parecido a nosotros, es muy fácil malinterpretar sus acciones y expresiones; proyectar lo humano en donde no pertenece. Por ejemplo, sorprendo a Siberut mirando al cielo en lo que me parece una acción contemplativa, como si reflexionara sobre el elevado sentido de la vida. Lo que en realidad hace es reflexionar sobre los elevados frutos de saba. Pruetz me señala algunas ramas que están arriba de Siberut.
SIN EMBARGO ES IMPOSIBLE estar con los chimpancés, aunque sea poco tiempo, y no quedar pasmado por sus semejanzas con nosotros.

Hago una lista todo lo que he visto o leído, u oído decir a Pruetz, que ilustra esto. No sabía que los bostezos de los chimpancés son contagiosos, entre ellos y a los humanos. Sabía que los chimpancés se ríen, pero no que se enfadan si alguien se ríe de ellos. Sabía que los chimpancés en cautiverio escupen, pero no que ellos, al igual que nosotros, parecen considerar el escupir como la más extrema expresión de disgusto: un acto curiosamente reservado a los humanos. Sabía que si le das un gatito a un simio en cautiverio es capaz de cuidar de él, pero nunca había oído de un chimpancé salvaje que acogiera a uno, como lo hizo Tia con una cría de gineta. La lista continúa. Los chimpancés se levantan a mitad de la noche para comerse un bocadillo. Se acuestan sobre la espalda y juegan al “avioncito” con sus crías. Se besan. Se dan la mano. Se arrancan las costras antes de tiempo. El tabú del antropomorfismo parece extraño, dado que la cercanía –evolutiva, genética y conductual– entre ellos y nosotros es justo la razón por la que los estudiamos tan obsesivamente. Se han publicado más de mil estudios sobre ellos. Como alguna vez le dijo un colega a Pruetz, “Un chimpancé defeca en el bosque y se publica un artículo” (no es exageración. Hay uno que habla sobre el uso que hacen los chimpancés de las “servilletas de hoja”).
En cuanto a los chimpancés, les intriga muy poco la conexión simio-humano. Mientras nosotros los hemos estado observando, ellos nos han ignorado casi por completo, a veces han volteado sobre su hombro para mirarnos mientras se mueven por la maleza. No hay temor en esa mirada, pero tampoco curiosidad o algún tipo de inclinación a socializar. Es una mirada que simplemente dice “son ellos de nuevo”. Inclusive Mike. Sólo apartó su mirada de la mía y, deliberadamente –o eso parecía– se volteó para darme la espalda. En retrospectiva, diría que Mike me había estado mirando simple y sencillamente porque yo me encontraba en su campo de visión.
Los chimpancés empiezan a hacer sus nidos: rompen ramas con muchas hojas y las arrastran a las copas de los árboles. Pruetz esperará a que todos estén acostados antes de volver a la aldea. Nos sentamos a escuchar sus “gruñidos de nido”: llamadas suaves y hondas que parecen expresar nada más que la profunda satisfacción que se siente al final del día, en un cómodo lecho.

jueves, 17 de abril de 2008

¿POR QUÉ NO?

ROSA MONTERO 15/04/2008

Paco Cuéllar, secretario general del Proyecto Gran Simio, me ha mandado un e-mail sencillo y sensato que merece ser oído. Se duele Cuéllar, con poderosa imagen, de la desgracia de África, "ese gran Titanic que se hunde" del que escapan los náufragos a miles en pateras, y que, para sobrevivir, está malvendiendo y arruinando sus reservas naturales. Aunque PGS es una oenegé pobre, han conseguido fondos para mandar a África a una veterinaria española que rescatará animales y para traer a una joven congoleña que estudiará aquí veterinaria, especialidad inexistente en su país. Son buenos proyectos pero sin duda mínimos, inapreciables gotas dentro de un océano de carencias. Hace poco una gran empresa española contactó con PGS para hacer algo en África, pero se echó para atrás por la inestabilidad política de la zona. La violencia, la pobreza y la corrupción crean un anillo de fuego en el que África se abrasa, un círculo vicioso que es preciso romper.

A fines de mayo habrá una convención de embajadores africanos en Madrid, y Cuéllar se pregunta qué podríamos ofrecerles. Y se contesta: ¿Tal vez ayuda con el turismo? España es una potencia turística y posee la más completa legislación de protección de la naturaleza de Europa; el Estado y las empresas españolas podrían ayudar a desarrollar un turismo conservador del medio. ¡Se necesitaría tan poco dinero y tan poco esfuerzo para ello! El mes pasado, en el Campeonato de Motociclismo de Jerez, la DGT se gastó, en un fin de semana, dos millones de euros en señalización y seguridad, mientras que las subvenciones estatales para actividades de cooperación y desarrollo en todo el mundo y todo 2008 suman 87 millones: ¿no es desproporcionado? Cuéllar concluye: "España está haciendo fuertes inversiones en turismo en Cuba, ¿por qué no también en África?". Cierto: ¿por qué no?

http://www.elpais.com/articulo/ultima/elpepuopi/20080415elpepiult_1/Tes

domingo, 13 de abril de 2008

Los hitos científicos del pionero de la primatología española.

ROSA M. TRISTÁN.

Una exposición recuerda la vida y obra del investigador catalán Jordi Sabater i Pi

Fue el primer científico que descubrió que los chimpancés utilizan herramientas

Encontró la rana más grande del mundo y trabajó con Diane Fossey


«Tenía 17 años, era el hijo mayor de una familia arruinada por la Guerra Civil y me fui a trabajar a las colonias con un primo de mi padre, a una isla de Fernando Poo [Guinea Ecuatorial]. Pero me gustaba la idea...». Fue así como el primatólogo catalán Jordi Sabater i Pi, hoy con 86 años, llegó a tierras africanas, encontró su vocación y se convirtió en un pionero de su área en España y un científico de prestigio mundial.

Hace unos días, en la Biblioteca Costa y Fornaguera, de Calella (Barcelona) se inauguraba la primera exposición sobre el conjunto de su trayectoria investigadora y vital, una muestra que nace con el objetivo de ser itinerante, dentro y fuera de Cataluña, y mostrar que sus aportaciones van mucho más allá del hallazgo de 'Copito de Nieve', el gorila albino que se trajo de Guinea.

"Se trata de que la gente sepa lo que he hecho. Lo de 'Copito' fue una anécdota, pero lo importante es que descubrí que los chimpancés utilizan herramientas y los gorilas hacen camas y que encontré la rana más grande del mundo o al ave que localiza panales de miel en la selva. Pero de eso no se habla", se queja, con razón, en declaraciones telefónicas a este periódico.

Y lo cierto es que hay mucho que contar de su intensa vida, resumida a duras penas en seis paneles. En ellos se pueden ver muchos de sus asombrosos dibujos de animales, documentos y cartas personales y muchas fotos de los 30 años que pasó en la selva guineana y viajando por el continente.

La muestra se completa con una vitrina en la que se exponen media docena de los palos que fabricaron los chimpancés en las montañas de Okorobikó para coger las termitas. «Terminan en una especie de escoba, que hacen machacando el palo, para poder pescarlas de los termiteros. Para mí, es el trabajo más importante que he hecho», asegura el etólogo desde su casa. Aquel trabajo fue publicado en la revista 'Nature' en 1969, todo un hito para la Ciencia española.

Vídeo y conferencias

Alfonso Parr, comisario de la exposición, reconoce que ha contado con material más que suficiente. "Sabater i Pi lo conserva todo y, además, ha sido un dibujante extraordinario, por lo que hay una gran cantidad de material interesante. Además, se puede ver un vídeo y el día 22 habrá dos conferencias, una de ellas del protagonista y otra de Marina Mosquera", asegura el comisario.

Esta exposición se ha producido por el Instituto catalán de Paleoecología Humana y Evolución Social (IPHES) y Turkana Films, y puede visitarse los fines de semana del mes de abril en Calella.

Sabater i Pi tiene aún muy presentes sus primeros años africanos. "Por entonces los indígenas iban sin ropa y con lanzas. Me recibieron con suspicacia, pero aprendí su lengua [fang] y eso me permitió hacer estudios etnográficos. Yo había estudiado en las Escuelas Francesas y allí nos hablaban mucho de África, así que ya tenía interés cuando inicié el viaje", recuerda.


Cientos de dibujos ilustran unas costumbres ancestrales que el joven catalán sabía que terminarían por desaparecer. "Para mí dibujar ha sido algo básico, porque para dibujar tienes que observar con detalle y si observas conoces y si conoces estimas, y si estimas proteges", señala en uno de sus textos.

Tras el paréntesis de la mili, en Barcelona, donde conoce a su mujer, vuelve a Guinea, ahora para trabajar en una plantación de cacao en la selva. Su primer contacto con la investigación le llega a través de la suscripción a la revista de etnología congoleña 'Brousse'.

Allí James Chapin, conservador de aves en el Museo Nacional de Historia Natural de Nueva York, pide información sobre pájaro indicador de la miel que guía a los indígenas hasta los paneles. Sabater lo encuentra y le envía los dibujos. Entonces Chapin le anima a estudiar a los gorilas de la costa, abriendo la senda que luego seguirá Diane Fossey en las montañas Virunga, con la que compartió muchas horas de trabajo.

En 1958, el Zoológico de Barcelona le contrata como conservador de un centro de investigación en la colonia, en Bata, iniciando unos años llenos de expediciones, investigaciones y trabajos publicados en las revistas más prestigiosas. Diez años más tarde, el 7 de febrero, se encuentra con una hembra fabricando un palito. Insólito, pero cierto. El hallazgo da la vuelta al mundo.
Antes ya había aparecido en su vida 'Copito de Nieve', llevado maltrecho por un granjero hasta su centro de trabajo; pero para él tuvo más importancia el hallazgo de una rana que pesaba cuatro kilos.


Territorios por explorar

En 1969, con la independencia, Sabater deja Guinea Ecuatorial, aunque volvería después muchas veces para seguir trabajando. "Echo de menos aquellos años, pero ya soy viejo", nos dice. "Me da satisfacción pensar que fuí de los primeros en estudiar a los chimpancés, los bonobos y los gorilas. Ahora tenemos que luchar por protegerlos porque en 50 años calculo que no quedarán. Se necesitan parques naturales grandes para que vivan, pero falta dinero", denuncia.

Para que no lo olvidemos, recuerda que "los primates nos dicen mucho de nuestra propia forma de ser" y que "los humanos nos debemos dedicar más a observar" a otros seres para conocernos mejor.

Cuando Sabater i Pi volvió a España, tras la independencia de Guinea, se puso a estudiar y a los 54 años logró la licenciatura en Psicología.

Para entonces su trabajo con ‘National Geographic’ le había reportado un gran prestigio y reconocimiento internacional. Más adelante se doctoró y creó la primera cátedra de Etología, la ciencia que estudia el comportamiento de los animales, en España. "Ahora existe en muchas universidades del país y despierta un gran interés, aunque no da dinero", reconoce el investigador, ya jubilado.

Sabater i Pi asegura que "África es aún poco conocida, hay zonas de lagos y marismas que faltan por explorar" y anima a los jóvenes a seguir sus pasos. Sobre todo, reconoce que "las mujeres son mejores para observar que los hombres" y asegura que quien hace un buen trabajo consigue apoyo para seguir adelante, «como me pasó a mí». Otra anécdota para la historia: desde Canadá le ofrecieron un millón de dólares por ‘Copito de Nieve’, pero lo rechazó y el famoso gorila acabó en Barcelona.


http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/11/ciencia/1207933180.html

domingo, 6 de abril de 2008

HOMÍNIDOS VIVOS.

Xabier Zabaltza (Miembro de la International Primate Protection League/Societas Internationalis Primatibus Defendendis.).

Las continuas sorpresas del yacimiento de Atapuerca están contribuyendo a familiarizar el concepto de "homínidos" entre la población. Este término suele utilizarse para referirse a fósiles. En realidad, tal y como estableció hace ya casi medio siglo Morris Goodman, precursor de la biología molecular, y acepta la moderna primatología, además del ser humano (Homo sapiens), subsisten en la actualidad seis especies de homínidos: el chimpancé (Pan troglodytes), el bonobo (Pan paniscus), el gorila occidental (Gorilla gorilla), el gorila oriental (Gorilla beringei), el orangután de Borneo (Pongo pygmaeus) y el orangután de Sumatra (Pongo abelii). Los homínidos constituyen una de las 15 familias del orden primates.

El ADN de los humanos sólo difiere en un 1,6% del de chimpancés y bonobos, mientras que el ADN de los gorilas difiere en un 2,3% del de esas dos especies y el de los humanos. Dicho de otro modo: tras el bonobo, el pariente más próximo del chimpancé no es el gorila, sino el ser humano. Para genes concretos, algunos humanos estamos más cercanos a algunos chimpancés o bonobos que a otros humanos.

Jared Diamond sostiene que la diferencia genética entre las especies vivas de homínidos es menor que la existente entre varias especies de oropéndolas americanas, pertenecientes al mismo género, por lo que, si no nos dejáramos llevar por nuestros prejuicios antropocéntricos y especiesistas, incluiríamos al menos a bonobos y chimpancés no ya en nuestra misma familia, sino incluso en nuestro mismo género. Es decir, al chimpancé deberíamos llamarlo Homo troglodytes y al bonobo Homo paniscus.-


http://www.elpais.com/articulo/opinion/Hominidos/vivos/elpepuopi/20080406elpepiopi_9/Tes

domingo, 16 de marzo de 2008

LOS HOMINIDOS NO HUMANOS AMENAZADOS POR VIRUS HUMANOS.

14 de Marzo de 2008.

Un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores del Instituto Robert Koch (en Berlín), del Instituto Max Planck para Antropología Evolutiva (en Leipzig) y del Centro Suizo de Investigaciones Científicas en Costa de Marfil, confirma la amenaza vírica a la que están expuestos los monos antropomorfos, encontrando la primera evidencia directa de transmisión de virus desde humanos a monos salvajes.Sin embargo, el estudio también indica que los proyectos turísticos y de investigación, que conllevan una fuerte presencia humana en lugares poblados por monos, han suprimido de manera sustancial la caza furtiva ejercida sobre los chimpancés.


Las vidas de chimpancés salvadas por este efecto protector sobrepasan en número a las que se han cobrado las enfermedades introducidas entre ellos por los humanos.Desde hace mucho, se viene sospechando sobre la introducción de enfermedades respiratorias por parte de los humanos en áreas donde los monos en estado natural han permanecido en estrecho contacto con las personas, pero éste es el primer estudio en diagnosticar al agente de la enfermedad y en cuantificar su impacto sobre la población de chimpancés.

En el estudio, se empleó un enfoque multidisciplinario que incluyó ecología del comportamiento, medicina veterinaria, virología y biología poblacional, para rastrear la introducción de enfermedades humanas en dos comunidades de chimpancés en el Parque Nacional Tai en Costa de Marfil, donde los investigadores comenzaron a habituar a los chimpancés a la presencia humana en 1982.Los análisis de muestras de tejidos tomadas de chimpancés, que murieron en una serie de epidemias que se remontan hasta 1999, dieron positivo a dos virus respiratorios humanos que contribuyen de manera importante a la mortalidad infantil en los países en vías de desarrollo, y que circulan también por otras naciones. Cepas virales extraídas de los chimpancés resultaron estar estrechamente relacionadas con cepas epidémicas actualmente en circulación en poblaciones humanas en regiones tan alejadas como China y Argentina, sugiriendo ello una introducción reciente desde los humanos hacia los chimpancés. Los autores de la investigación también emplearon observaciones clínicas y análisis demográficos para inferir que epidemias respiratorias similares pueden datar de fechas tan lejanas como 1986.Las actividades de investigación científica sobre poblaciones de chimpancés tienen, pese a todo, efectos marcadamente positivos. Estudios longitudinales han demostrado que la presencia de investigadores ha suprimido la caza furtiva en el área circundante. En consecuencia, las densidades poblacionales de los chimpancés, tanto en el lugar bajo estudio como en un cercano sitio turístico de observación del chimpancé, fueron mucho más altas de lo que cabría esperarse si fueran accesibles a los cazadores furtivos.

http://www.amazings.com/ciencia/noticias/140308e.html

http://www.mpg.de/english/illustrationsDocumentation/documentation/pressReleases/2008/pressRelease20080125/index.html

martes, 11 de marzo de 2008

El homínido 'Toumai' vivió hace unos siete millones de años.

El análisis de los restos fósiles del probable homínido 'Toumai' revela que ese primate pobló una zona norcentral de África hace unos siete millones de años, revela un estudio que publicará este fin de semana la revista Proceedings of the National Academy of Sciences.

Esos restos consisten en un cráneo casi completo, fragmentos de la mandíbula inferior y tres dientes aislados y fueron descubiertos en el desierto de Chad en 2001 por antropólogos franceses.

El grupo, encabezado por el antropólogo Michel Brunet, bautizó los restos con el nombre científico de 'Sahelantropus tchadensis', aunque es más conocido por el de 'Toumai', que significa 'esperanza de vida' en el dialecto regional de Chad.

Según el informe sobre la investigación, el estudio radiocronológico de los restos fósiles del 'Sahelanthropus tchadensis' establece que tienen entre 6,8 y 7,2 millones de años.

Añade que esa cronología es un dato clave para establecer las primeras etapas de la evolución de los homínidos.

Según Brunet, el 'Sahelanthropus tchedensis' es un testimonio de que la última separación evolutiva entre los chimpancés y seres humanos ocurrió hace unos ocho millones de años, mucho antes de lo que se creía hasta ahora.Además, el descubrimiento también implicaría que los homínidos evolucionaron rápidamente tras separarse del ancestro común para los otros primates y los seres humanos.

Al darse a conocer el descubrimiento de los restos fósiles en 2001 algunos científicos criticaron su nombre por cuanto, según afirmaron, determina de manera intrínseca su carácter homínido cuando en realidad solamente se trata de un simio que vivió en la región hace millones de años.

Para fundamentar su rechazo señalaron que el cráneo es demasiado plano y no tiene la capacidad de volumen que caracteriza al de los humanos.El pequeño cráneo indica que se trata de una criatura de no más de 120 centímetros de altura, es decir, la de un chimpancé, indicaron.Pero los partidarios del carácter homínido de 'Toumai' volvieron a la carga y mediante una reconstrucción informática señalaron que la estructura craneana tenía diferencias claras con las de los gorilas y los chimpancés. Además, sus características revelan que podía ser un bípedo.

'El nuevo homínido exhibe una combinación única de características... que sugieren una estrecha relación con el último ancestro de humanos y chimpancés, lo que a su vez sugiere que es un probable ancestro de los homínidos posteriores', señalaron los científicos en un estudio publicado en 2002 en la revista Science in Africa.

http://actualidad.terra.es/ciencia/articulo/toumai_probable_hominido_vivio_hace_2288397.htm

jueves, 28 de febrero de 2008

El cerebro 'lingüístico' de los chimpancés.

Estos simios activan la misma área cerebral que los humanos al comunicarse

Chimpancés y seres humanos utilizan la misma región cerebral para comunicarse, ya sea de forma verbal o gestual, lo que significa que la base neurobiológica del lenguaje ya pudo estar presente en el antepasado común entre ambas especies, hace unos siete millones de años.

Esta característica, que nos acerca aún más a estos primates, fue descubierta en una serie de experimentos realizados con tres chimpancés en el Centro Nacional de Investigación de Primates de Yerkes, en Atlanta (EEUU). Jared Taglialatela y su equipo hicieron dos experimentos diferentes.

Mientras les tenían conectados a un sistema de tomografía por emisión de positrones, con el que se puede escanear un cerebro, un investigador les mostraba alimentos desde fuera de su alcance.

Los chimpancés gesticulaban y vocalizaban sonidos para pedir comida. La zona cerebral que se les activó fue el área de Broca, en el hemisferio izquierdo, que es la relacionada con el lenguaje humano. Sin embargo, cuando les e
nseñaban a pedir comida intercambiándola por piedras, el resultado tomográfico era diferente.
«Una interpretación de estos resultados es que los chimpancés tienen un cerebro preparado para el lenguaje y de hecho utilizan esa área para producir señales de su repertorio comunicativo», ha declarado Taglialatela.

Una cuestión importante es que el experimento en Yerkes se hizo con chimpancés nacidos en cautividad, que realizan gestos no vistos en los que están en estado salvaje. Ello indicaría que fue el aprendizaje de esas señales lo que activó su Broca del cerebro. «Si es así, significa que el cerebro del chimpancé tiene una enorme plasticidad, tanto como el humano, y también que el desarrollo de ciertos signos de comunicación puede influir en la estructura y función del cerebro», añade el investigador.

jueves, 31 de enero de 2008

UN ESTUDIO REVELA QUE LOS CHIMPANCÉS PUEDEN APRENDER EL ARTE DEL TRUEQUE

Los chimpancés aprenden el trueque si se les enseña en un laboratorio, pero son incapaces de practicarlo cuando no son dirigidos por el hombre, revela un estudio divulgado hoy por la revista PloS One.

El estudio fue realizado por científicos de las universidades de Georgia, de California, y de Texas con diez ejemplares para determinar si compartían con el hombre la afición por el intercambio de productos, una práctica que se remonta a los albores de la humanidad.

Según los expertos, el trueque es uno de los precursores básicos de la especialización económica.Después de que los investigadores entrenaron a los chimpancés, los animales se mostraron dispuestos a intercambiar sus posesiones, y en general lo hacían con alguna ganancia.

De la misma forma, cuando les ofrecían un trueque que no les convenía rechazaban la propuesta, señaló en el informe del estudio Sarah Brosnan, de la Universidad Estatal de Georgia.

Según la investigadora, ese comportamiento es razonable porque los chimpancés carecen de sistemas sociales y no tienen normas sobre la propiedad.Por ello es que en estado salvaje no atesoran alimentos y después de consumirlos, por supuesto, no tienen oportunidad de intercambiarlos, según los científicos.

"Esta renuencia a participar en una operación de trueque parece estar enraizada en la mente de los chimpancés. Son capaces de llevar a cabo un trueque, pero no de una forma en que sus ganancias sean máximas", añadió."Este problema es similar al del huevo o la gallina", manifestó Brosnan: "No realizan el trueque porque carecen de instituciones formales para asegurar su propiedad o carecen de propiedad porque no la necesitan ante la ausencia del trueque".

NOTA DE PEDRO POZAS TERRADOS (PGS/GAP - ESPAÑA)

Este estudio no revela nada nuevo en el compartamiento de nuestro compañero evolutivo.

Todo aquel que haya estado cerca de un chimpance, tratándolo, como los cuidadores y algunos que hemos tenido la oportunidad de vivir con ellos en algunos momentos o instantes de su vida, sabemos perfectamente que el trueque es un hábito común sin que sea aprendido, sólo por deducción de su inteligencia.

Por ejemplo, cuando tu le pides que te traiga un plato vacio de aluminio que se encuentra dentro del recinto, el sabe lo que dices, pero posiblemente no te haga caso si no ve ningún beneficio. Pero cuando escuha "dame el plato y te doy una manzana", inmediatamente te da el plato para obtener lo que tu le has prometido. Si despues quiere más manzanas y hay más platos vacios, el cogera un nuevo plato, te lo dará con la intención de obtener otra manzana sin que tu le digas nada.

Esto es un comportamiento normal. No ha sido enseñado por ningun investigador al menos en el centro donde he visto este mismo comportamiento en numerosas ocasiones y en más de un individuo.

Por otro lado, decir que en su propio habitat no existe trueque, no es verdad. Los chimpancés son muy sociales y políticos y en sus grupos practican el trueque perfectamente, el beneficio para su propio interes. Puede acicalar a un macho haciendose amigo suyo para despues emplearlo en la lucha por el poder. Puede compartir comida a sabiendas que se ha ganado un aliado en caso de necesidad. Esto esta bien estudiado y perfectamente se puede llamar trueque. Doy algo para obtener algo superior a lo que doy, bien sea alimento como alianza.

El chimpancé como el ser humano es egoista, mira por su propia existencia y es normal que en los trueques intente salir siempre beneficioso. Sino, miremos un mercadillo humano.


http://www.plosone.org/article/info:doi/10.1371/journal.pone.0001518

domingo, 6 de enero de 2008

ESTUDIO DE CHIMPANCÉS CONDUCEN A LA CREACIÓN DE NUEVOS MEDICAMENTOS

06/12/2007
Kampala

Los chimpancés de un bosque tropical ugandés curan sus enfermedades con plantas, hallazgo realizado por un grupo de científicos que podría conducir al desarrollo de nuevos medicamentos.
Investigadores franceses y ugandeses estudiaron en el bosque de Kibale, a 250 kilómetros de Kampala, cómo los primates curan sus parásitos intestinales o la fiebre con plantas específicas.
La veterinaria francesa Sabrina Krief observó los hábitos de una cincuentena de chimpancés, identificó a los enfermos, y recogió muestras de heces fecales de sus nidos por las mañanas.
De esa forma, descubrió que para curar las lombrices intestinales un macho ingirió todas las mañanas hojas de Aneilema aequinoctiale, tratamiento que combinó con Albizia grandibracteata. Esa planta tiene propiedades para combatir los parásitos en los cultivos. Otro chimpancé con fiebre ingirió solo hojas de Trichilia rubescens, que es capaz de matar en cultivo el parásito causante de la malaria.
El estudio puede ayudar al hallazgo de agentes activos capaces de combatir la malaria, las enfermedades parasitarias y los tumores, señaló la científica.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Los ancestros de los humanos: ¿Más recolectores que cazadores?

24 de Diciembre de 2007.

Los chimpancés desean las raíces y los tubérculos aún cuando la comida sea abundante sobre la tierra, según un nuevo estudio que plantea preguntas sobre la importancia relativa de la carne para la evolución del cerebro. El estudio documenta una nueva utilización de herramientas por los chimpancés para excavar en busca de tubérculos y raíces en los bosques de la sabana de Tanzania occidental.


La avidez de los chimpancés por los banquetes enterrados ofrece nuevos detalles para un debate actual sobre el papel de la carne en su rivalidad frente a los alimentos como las patatas en la dieta de nuestros antepasados homínidos.El debate se centra en la dieta seguida por los primeros homínidos a medida que sus cerebros y el tamaño de sus cuerpos aumentaban lentamente hacia un nivel humano. ¿Su dieta se basaba en la carne con algunas patatas, o en las patatas con un poco de carne?Algunos investigadores han sugerido que lo que nos hizo realmente humanos fueron los tubérculos.


Los antropólogos habían especulado con que las raíces y los tubérculos eran sólo alimentos en casos de emergencia para los homínidos que intentaban sobrevivir a la terrible estación seca de hace 3,5 millones de años y posteriormente en la sabana. Se sabe que los homínidos consumían carne hace 2,5 millones de años como mínimo.


Pero el estudio sólo encontró que los chimpancés modernos excavan en busca de raíces durante la estación lluviosa, cuando abundan otras fuentes de alimentos.El hallazgo sugiere, pero no demuestra, que los homínidos se debieron comportar de la misma forma. Los investigadores han visto a los chimpancés como buenos "análogos" o representantes de los homínidos debido a las similitudes en sus hábitats, la masa cerebral y el tamaño corporal.Que los chimpancés excaven en busca de tubérculos sugiere que estos recursos subterráneos estaban al alcance de nuestros antepasados.

El estudio se basa en la observación de 11 sitios de excavación en el bosque de Ugalla, en la sabana de Tanzania occidental. Adriana Hernández-Aguilar (de la Universidad del Sur de California) reunió los datos de campo para este estudio.Se correlacionaron los chimpancés con los tubérculos y las raíces excavadas, a través de las huellas de sus nudillos, sus excrementos y los restos de fibras de esos alimentos subterráneos.En tres de los sitios, fueron encontradas siete herramientas, con el borde estropeado y marcas de suciedad, lo que implicaba su uso como instrumentos para excavar.Debido a que los chimpancés en el área no están habituados a los humanos, Hernández-Aguilar no pudo observarlos directamente.


Ella planea llevar a cabo observaciones futuras en el área y abogar por una mayor protección para los chimpancés de la sabana. "Los chimpancés de las sabanas no han sido considerados una prioridad en los planes de conservación porque viven en bajas densidades comparados con los chimpancés de los bosques", explica. "Nosotros esperamos que descubrimientos como éste demostrarán el valor de conservar las poblaciones de las sabanas".

http://www.amazings.com/ciencia/noticias/241207e.html

http://www.usc.edu/uscnews/stories/14549.html

martes, 18 de diciembre de 2007

UN ESTUDIO REVELA QUE LOS MONOS PUEDEN REALIZAR SUMAS MENTALES

Washington, 17 dic (EFE).- Los monos pueden realizar sumas mentales con resultados similares a los de estudiantes universitarios, reveló un estudio estadounidense divulgado hoy por la revista "PloS Biology".

Según los científicos del Centro de Neurociencias Cognitivas de la Universidad de Duke (Carolina del Norte), los resultados del estudio ayudan a comprender los orígenes evolutivos compartidos de seres humanos y animales en lo que se refiere a la capacidad aritmética.

Otras investigaciones habían determinado ya que animales y seres humanos tienen la capacidad para representar y comparar números.

Los animales, los niños y los adultos pueden diferenciar entre cuatro objetos y ocho objetos, por ejemplo.

Sin embargo, hasta ahora no estaba claro si los animales podían realizar operaciones aritméticas de forma mental.

"Sabíamos que los animales pueden reconocer cantidades, pero no había suficientes pruebas de su capacidad para realizar tareas matemáticas, como la suma. Nuestro estudio ha demostrado que sí pueden hacerlo", indicó Jessica Cantion, una estudiante de postgrado que participó en la investigación.

Los científicos realizaron un experimento con macacos instalados frente a una pantalla con un número variable de manchas.

Las manchas fueron borradas de la pantalla la que fue reemplazada por otra en la que aparecía un número diferente de esas manchas.

Después, se les mostraba una tercera pantalla en la que había una caja con la suma de las primeras dos pantallas, así como otra caja con un número diferente.
Los monos eran recompensados cada vez que tocaban la pantalla que contenía la suma correcta.


Un grupo de estudiantes universitarios fue sometido a una prueba similar en la que tenían que elegir la suma correcta sin contar las manchas.

El nivel de aciertos entre los estudiantes fue de un 94 por ciento y el de los macacos de un 76 por ciento. La media de tiempo de respuesta entre ambos grupos fue de un segundo.
Lo más interesante, indicaron los científicos, es que los resultados no fueron tan buenos entre los dos grupos cuando las cajas mostraban números muy cercanos.


"Si la suma correcta era 11 y el número incorrecto era de 12 manchas, tanto los monos como los estudiantes tardaban más en responder y tenían más errores", señaló Elizabeth Branion, profesora auxiliar del Centro de Neurociencias Cognitivas.

La diferencia entre ambos grupos está en el hecho de que los seres humanos han agregado el lenguaje y la escritura lo que cambia la forma en que representamos los números, según los científicos.

"Gran parte de la capacidad matemática de los adultos humanos reside en el hecho de que pueden representar conceptos numéricos utilizando para ello el lenguaje simbólico.

Por ejemplo, un mono no tiene la capacidad de determinar la diferencia entre 2000 y 2001 objetos, por ejemplo.

"Sin embargo, nuestro trabajo ha demostrado que tanto seres humanos como monos pueden manipular mentalmente representaciones de números para generar sumas aproximadas de objetos individuales", indicó Branion.

http://es.noticias.yahoo.com/efe/20071218/tsc-un-estudio-revela-que-los-monos-pued-23e7ce8_1.html?printer=1

http://biology.plosjournals.org/perlserv/?request=get-toc&issn=1545-7885&volume=5&issue=11

viernes, 14 de diciembre de 2007

LAS HEMBRAS DE LOS SIMIOS NO TIENEN LA MENOPAUSIA.

Los ejemplares más sanos y longevos, que pueden llegar a vivir más de 60 años, extienden su vida fértil hasta pasada la cincuentena

Por qué las mujeres deben pasar por ese proceso fisiológico conocido como menopausia? La respuesta aún es una incógnita, pero una aproximación a su significado biológico puede aventurarse a partir del estudio de los parientes más cercanos de los seres humanos: los chimpancés.
Esta tarea es la que ha acometido la antropóloga Melissa Thompson, de la Universidad de Harvard (EEUU). Para ello, ha escrutado los datos recogidos durante años por seis grupos de investigación que estudian el comportamiento de los simios en distintos emplazamientos de África.
Esperanza de vida
La conclusión de Thompson, publicada hoy en Current Biology, indica que las hembras chimpancés tienen el mismo declive reproductivo que las humanas. Pero a diferencia de éstas, las chimpancés no suelen prolongar su vida mucho más allá del periodo fecundo. Sin embargo, los ejemplares más sanos y longevos, que pueden llegar a vivir más de 60 años, extienden su vida fértil hasta pasada la cincuentena.
“El chimpancé más viejo que ha parido en la naturaleza tenía unos 55 años. Poco antes de su muerte a los 63, comenzó de nuevo su ciclo reproductivo”, afirma Thompson. La investigadora concluye que la menopausia es exclusiva de la especie humana y que se debe a razones aún por determinar.


http://www.publico.es/ciencias/027454/hembras/simios/menopausia

http://www.current-biology.com/content/current

viernes, 7 de diciembre de 2007

Chimpancés africanos guían a científicos en búsqueda de plantas para creación de nuevas medicinas.

"¡Lo que me asombra es que estos chimpancés no tienen farmacias, ni laboratorios, van sencillamente a recoger la planta con la que se van a curar!", dice con asombro uno de los investigadores.

La finalidad de este estudio es desarrollar nuevos medicamentos y conocer mejor la flora de los chimpancés en un bosque tropical ugandés, algunos de los cuales están amenazados. "Es la primera vez que se hace una observación de los chimpancés con el objetivo de encontrar medicamentos para el hombre dentro de un marco científico", explicó a la 'AFP' Sabrina Krief, veterinaria francesa que integra el grupo de expertos ugandeses y galos a cargo de esta hazaña.
El proyecto tiene por objetivo comprender mejor el comportamiento de los chimpancés y utilizarlos como guías para el descubrimiento de nuevas moléculas.


Uganda, en África oriental, es una tierra fértil para los investigadores. "Es extremadamente rica en términos de biodiversidad: ocho de las 16 zonas de plantas endémicas en África se encuentran aquí", dice con satisfacción John Kasenene, profesor de botánica de la Universidad Makerere en Kampala. El bosque tropical de Kibale (250 km al oeste de Kampala) ofrece una fuerte concentración de especies de primates. En kibale, la doctora Krief observa a una cincuentena de chimpancés comunes, identifica a los enfermos y anota su régimen alimentario. Al alba, se recogen muestras de orina y de heces de los chimpancés en sus nidos nocturnos para analizarlas.

Sabrina Krief cuenta cómo un chimpancé llamado Yogi curó sus lombrices intestinales con hojas de 'Aneilema aequinoctiale' que engullía a primera hora de la mañana, un tratamiento que acompañó con corteza de 'Albizia grandibracteata', conocida por sus propiedades antiparasitarias en los cultivos.

Cuenta también cómo otro macho, Makokou, febril y sin fuerzas, se alimentó durante un día casi exclusivamente de hojas de 'Trichilia rubescens', cuyas moléculas, aisladas por los investigadores, matan los agentes del paludismo en cultivo.

Estas observaciones nos han "permitido poner al día nuevas moléculas de estas plantas con actividades antipalúdicas importantes, propiedades vermífugas y antitumorales", recalca Krief.

Dennis Kamoga, asistente en botánica, se encarga de recolectar y secar las muestras de las plantas ingeridas por los chimpancés, cuya extracción química y análisis se realiza en Uganda y en Francia.

El proyecto de colaboración entre Francia y Uganda estipula que, en caso de hallazgo de nuevos medicamentos, los dos países compartan los beneficios.

Nota Pedro Pozas: ¿Que beneficios sacan ellos si se les roba sus fórmulas?.

http://www.eltiempo.com/ciencia/noticias/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3848070.html

http://www.prensalatina.com.mx/Article.asp?ID=%7BB195D072-5C17-424E-9FE5-BD5180770FEC%7D&language=ES

http://www.24horaslibre.com/salud/1196955831.php

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LOS CHIMPANCÉS UTILIZAN PALOS PARA EXCAVAR LA TIERRA Y SACAR TUBÉRCULOS

El Mundo/Ciencia
04-diciembre-2007

Los chimpancés no sólo usan ramas para sacar termitas de sus hormigueros y piedras para cascar nueces. Por primera vez se ha documentado que también utilizan palos para excavar en la tierra y sacar tubérculos que están casi a 30 centímetros de profundidad. Esta capacidad, que hasta ahora se creía exclusivamente humana, ha sido observada por primera vez en chimpancés de Ugalla, en la sabana de tanzana, por un grupo de investigadores de Estados Unidos.

Los primatólogos querían averiguar el comportamiento de estos primates en la sabana, dado que fue en este ambiente donde se inició la evolución de los homínidos. Aún hoy, los tubérculos son la mejor fuente de carbohidratos en estos ecosistemas. De hecho, como recuerda el paleontólogo Manuel Domínguez-Rodrigo, es el alimento energético más común para la etnia de cazadores-recolectores Hazda, que aún hoy afilan puntas de palos para hacerse con estas raíces.

El estudio de campo, que duró de agosto de 2001 a junio de 2003, dio resultado. Localizaron 11 lugares en los que los chimpancés habían excavado a profundidades que oscilan entre tres y 25 centímetros. Además, estudiaron sus heces para ver si consumían las raíces y así era, pero no por falta de comida, porque lo hacían al término de la época de lluvias cuando el campo está lleno de frutos.

Los investigadores (Adriana Hernández-Aguilar, Juan Moore y Travis Rayne) concluyen en la revista Proceedings of Nacional Academy of Science (PNAS) que el consumo de tubérculos no es típico del Homo, sino que ya tenía lugar ahace más de seis millones de años entre homínidos como los Australopitecus, como ya sugerían fragmentos de huesos encontrados en Sudáfrica. De este modo, obtenían energía suficiente para favorecer su evolución hasta nosotros.

NOTA: Pedro Pozas Terrados. (Proyecto Gran Simio):

En toda esta información, hay que añadir sin embargo, que Jordi Sabater Pi, el primatólogo mas importante de España y que no se le ha reconocido muchas de sus investigaciones, en 1988, en un informe titulado: “Estudio de unos bastones fabricados y usados por los chimpancés de las montañas de Okorobikó en Río Muni, en la entonces República de Guinea Ecuatorial, señala que él presencio como los chimpancés utilizaban palos para excavar las bases de los termiteros, haciendo agujeros y removiendo la tierra después y en alguna ocasión vio como excavaban en la tierra sin que existiera termitero alguno. Aunque no pudo contrastarlo, ya en este informe indicaba que posiblemente podría tratarse de una práctica más en el uso de herramientas al utilizarlas para hacer agujeros en aquellos puntos donde existían tubérculos.
Es más, en este mismo informe que data de 1988, Jordi Sabater Pí hace mención de Köhler W. (1925) refiriéndose al interés que tenían algunos chimpancés de su colonia, en excavar la tierra para lograr raíces que luego consumían. También nos dice que Van Lawick-Goodall, J. (1970) ha comprobado que los chimpancés de Gombe, para obtener miel de las colomenas subterráneas actúan de manera muy similar.

martes, 4 de diciembre de 2007

Los jóvenes chimpancés tienen mejor memoria que los humanos adultos, según estudio

Washington, 3 dic (EFE).- Los chimpancés de cinco años tienen mejor memoria fotográfica que los estudiantes universitarios, develó hoy un estudio de la revista Current Biology que podría acabar con la idea de la superioridad humana en todas las funciones cognitivas.

El estudio, realizado por un equipo de investigación sobre primates de la Universidad de Kyoto (Japón), podría significar que durante años se ha subestimado la capacidad intelectual de los antepasados más cercanos a la raza humana.

"Aquí mostramos por primera vez que los jóvenes chimpancés tienen una extraordinaria capacidad para trabajar con la memoria numérica, mejor que la de la de humanos adultos a los que se sometió a las mismas pruebas, siguiendo el mismo procedimiento", dijo el autor del estudio, Tetsuro Matsuzawa, de la Universidad de Kyoto.

El equipo de investigadores de esta universidad hizo una serie de pruebas a tres parejas de madres y crías de cinco años de chimpancés que competían con estudiantes universitarios en la realización de unos ejercicios de memoria numérica.

Todos los chimpancés, madres e hijos, aprendieron previamente a contar del uno al nueve.
El experimento consistió en mostrar a los diferentes sujetos varios números del uno al nueve en una pantalla. Posteriormente, los números fueron reemplazados por una casilla en blanco y los participantes en la prueba debieron señalar a través de pantalla táctil que número aparecía, dónde y en qué orden.

Los chimpancés jóvenes lograron memorizar la mayoría de los números, independientemente del tiempo que estos aparecían en la pantalla, que era menor a medida que avanzaba la prueba.
Sin embargo, según los investigadores, en el caso de los estudiantes universitarios se dieron peores resultados cuanto menor era el periodo de tiempo que el número aparecía en la pantalla.
En general, las crías de chimpancés dieron un mejor resultado que sus madres.

Matsuzawa consideró que la habilidad cognitiva de los chimpancés está relacionada con lo que se llama "imaginería eidética", una capacidad especial de recordar cosas oídas y vistas en una escena compleja con un nivel de detalle casi perfecto.

En filosofía, la palabra "eidética", procedente del griego 'eidés', se refiere al conocimiento intuitivo de la esencia.

Según el investigador, en el caso de los chimpancés ocurre algo parecido a la conocida "memoria fotográfica", que es una capacidad que poseen algunos niños y que tiende a empeorar con la edad.

Los resultados del estudio son sorprendentes para la mayoría de gente que considera que los chimpancés son inferiores a los humanos en todas las capacidades cognitivas. Sin embargo, los investigadores aseguran que esto es tan sólo la punta del iceberg.

"Se trata sólo de una parte de la inteligencia de los jóvenes chimpancés, que es muy flexible", dijo Matsuzawa.


http://es.noticias.yahoo.com/efe/20071203/tsc-los-jovenes-chimpances-tienen-mejor-539a483_1.html

lunes, 3 de diciembre de 2007

LAS INVESTIGACIONES DEMUESTRAN QUE LOS CHIMPANCÉS TIENEN UNA MEMORIA FOTOGRÁFICA EXTRAORDINARIA, MUY SUPERIOR A LA NUESTRA.

Varios chimpancés jóvenes superaron a estudiantes universitarios en tests de memoria diseñados por científicos japoneses.

La tarea consistía en recordar el lugar que ocupaban unos números en una pantalla, y la secuencia en la que aparecían.

Estos descubrimientos, publicados en Current Biology, sugieren que podemos haber subestimado la inteligencia de nuestros parientes vivos más próximos.

Hasta ahora, siempre se había dado por sentado que los chimpancés no podían equipararse a los humanos en memoria y otras habilidades mentales.
"Todavía hay mucha gente, incluidos muchos biólogos, que piensan que los humanos son superiores a los chimpancés en todas las funciones cognitivas", dice el jefe de la investigación, Tetsuro Matsuzawa de la Universidad de Kyoto.

"Nadie podía imaginarse que los chimpancés -jóvenes de cinco años- obtienen mejores resultados en una prueba de memoria que los humanos"

"Aquí demostramos por primera vez que los chimpancés jóvenes tienen una extraordinaria capacidad memorística para recordar números - mejor que la de los humanos adultos que han hecho las mismas pruebas con los mismos aparatos, siguiendo el mismo procedimiento"

http://news.bbc.co.uk/1/hi/sci/tech/7124156.stm

martes, 13 de noviembre de 2007

HALLAN UNA MANDÍBULA DEL ANCESTRO COMÚN AFRICANO DE TODOS LOS GRANDES SIMIOS.

LOS FÓSILES SE ENCONTRARON EN KENIA

Nueva especie vivió en Kenia hace 10 millones de años.
Sitúa en África toda la línea evolutiva humana.


El antepasado común de chimpancés, orangutanes, gorilas y humanos fue un gran simio que vivió hace casi 10 millones de años en Nakali, una zona al norte de Kenia en la que han aparecido fosilizados algunos de sus restos.

El hallazgo, realizado por un equipo de paleontólogos japoneses, vuelve a situar en el continente africano el origen de los grandes simios que forman parte de nuestro linaje, de donde había sido desplazado en los últimos años.

La falta de restos de grandes antropoides en África había situado en Eurasia la aparición del ancestro común de los primates, dado que allí sí que se habían encontrado fósiles de gran tamaño de hace más de nueve millones de años, como el emblemático 'Ouranopithecus macedoniensis' de Grecia.

Muchos investigadores defendían que ese antepasado común había vuelto al continente del sur y a su regreso habrían ido surgiendo las diferentes ramas que hoy se conocen de grandes simios. Una de las razones por las que se planteó esta teoría fue que, hasta ahora, sólo se habían hallado fósiles africanos de aquella lejana época de tamaño muy pequeño o demasiado especializados para ser relacionados con gorilas o chimpancés.

El 'Nakalipithecus nakayamai', del que se tienen una mandíbula y 11 trozos de huesos, ha cambiado el panorama.

Análisis dentario

El equipo de Yutaka Kunimatsu, de la Universidad de Kioto, ha hecho un exhaustivo análisis de los dientes del que, según parece, fue un gran homínido similar a las hembras de gorilas y orangutanes. Y concluye que, pese a las similitudes con sus contemporáneos euroasiáticos, el 'N. nakayamai' es sin duda una nueva especie que vuelve a colocar las cosas en su sitio: África ha sido, desde los inicios, la cuna de la evolución de todos los primates, incluidos los 'Homo'.

Los paleontólogos, que han publicado estos resultados en la revista americana 'Proceedings of National Academy of Science' (PNAS), recuerdan que en 1982 ya salieron a la luz, en las colinas Samburu, no muy lejos de Nakali, los dientes de otro homínido de hace entre nueve y 10 millones de años, bautizado como 'Samburupithecus kiptalami', aunque su clasificación estaba, y aún está, poco clara.

Es más, este mismo año, otros japoneses descubrieron en la región etíope de Afar restos de un primate de hace entre 10 y 10,5 millones de años, el 'Chororapithecus abyssinicus', que también fue presentado como un ancestro común.

"Como la biología molecular ha puesto de relieve, los gorilas se escindieron del árbol evolutivo común con los homínidos y los chimpancés hace entre 10 y nueve millones de años. Ahora estos fósiles vienen a apoyar estos resultados mostrando que, en el tiempo que el ADN sugiere que aparecieron los simios, los huesos son parecidos a los de un gorila", argumenta el paleontólogo español Manuel Domínguez-Rodrigo, que desde hace muchos años cada año trabaja en la Garganta de Olduvai, en Tanzania.

Para Domínguez-Rodrigo «ya no es necesaria la hipótesis de Eurasia. Ahora por fin tenemos incluso más de un candidato a antepasado y podemos decir que la evolución de los simios hasta los homínidos fue algo exclusivamente africano». El paleontólogo defiende que sin las circunstancias especiales de África en los últimos 10 millones de años, "no habrían surgido ni gorilas ni chimpancés y sin ellos, no tendríamos la base para el proceso que nos hizo humanos".

http://www.elmundo.es/elmundo/2007/11/12/ciencia/1194890678.html

Los chimpancés siguen la estela de los humanos.

Un estudio revela que los simios desentierran raíces para comer, como hacían los antiguos homínidos

Los grandes simios son, en muchos aspectos, una reminiscencia del pasado de los humanos. De ahí que el interés por conocer sus adaptaciones evolutivas trascienda la zoología para ayudar a reconstruir la evolución del Homo sapiens. Según el científico de la Universidad de California en San Diego, James Moore, “las modernas analogías son útiles para investigar nuestro pasado”.
Una pista capital en esta tarea de reconstrucción llega desde la comunidad de chimpancés de Ugalla, al oeste de Tanzania, y se refleja hoy en las páginas de la revista PNAS. Allí, las pruebas reunidas por Moore y sus colaboradores demuestran que estos primates emplean utensilios para desenterrar raíces comestibles, un comportamiento que se creía exclusiva potestad del hombre y de sus antepasados, aquellos que conquistaron el mundo por su dominio de las adaptaciones a medios hostiles.

Durante dos años, la primera firmante del estudio, la mexicana Adriana Hernández-Aguilar de la Universidad del Sur de California, ha recolectado muestras en este hábitat de transición entre la selva y la sabana abierta. Ugalla, cerca del lago Tanganika, es un monte bajo que sufre grandes cambios entre la estación lluviosa, de noviembre a mayo, y la temporada seca.
Caza y recolección

Los grandes simios, como los antiguos homínidos, se encuentran más cómodos en el medio selvático. Hace cinco millones de años, transformaciones en el clima redujeron la cobertura forestal de África, y los homínidos se vieron obligados a explotar parajes magros en recursos, como Ugalla.

Los paleoantropólogos suponen que parte del éxito evolutivo del linaje humano radica en haber superado esta escasez. La caza fue determinante en la supervivencia de los homínidos, pero también lo fue la recolección de alimentos vegetales, una actividad cuyo desarrollo, apuntan los autores, es menos conocido porque las herramientas utilizadas, como palos y trozos de corteza, no dejan rastro perdurable.

De acuerdo a las teorías al uso, la habilidad de los homínidos para cosechar tubérculos, bulbos y otros órganos vegetales subterráneos les permitió colonizar las regiones áridas. Con el tiempo, el cráneo y la dentadura de los australopitecinos se habían adaptado para masticar con facilidad los bulbos fibrosos y la carne de las presas cobradas.

Aunque los científicos no han logrado sorprender a los chimpancés en plena faena de excavación, los restos hallados en once lugares –diez de ellos bajo las nidadas de los simios– delatan esta actividad: huellas, excrementos, pelotas de fibra masticada y palos con signos de haberse utilizado para este fin. Curiosamente, algunos de los vegetales recolectados por los chimpancés son usados también por los nativos de la zona, pero no como alimento, sino como medicina.
No es la primera vez que se detecta esta insólita sabiduría de los chimpancés en el terreno de la medicina natural. Los autores recuerdan que algunas hojas con propiedades curativas son seleccionadas específicamente por estos parientes de los humanos que vienen, en términos evolutivos, pisando los talones.


Los primates cazan usando palos como lanzas (ya hemos dado esta noticia en el blog más hacía abajo)

Las nuevas observaciones sobre las costumbres recolectoras de los chimpancés complementan un trabajo previo que también descubría habilidades humanas en estos primates. Recientemente, Pruetz y Bertolani detallaban en la revista Current Biology otra sorprendente adaptación de los chimpancés que habitan en la sabana, donde no disponen de los recursos abundantes y constantes del medio selvático. Según estos autores, la población de chimpancés de Fongoli, en Senegal, ha aprendido a valerse de palos para desarrollar técnicas de caza. Utilizando estacas a modo de lanzas, dan caza a los gálagos, un tipo de primates arbóreos de pequeño tamaño.

http://www.publico.es/016300/chimpances/siguen/estela/humanos