miércoles, 22 de agosto de 2007

Investigadores hallan fósiles de gorila de 10 millones de años.

LONDRES (Reuters) - Investigadores que trabajaban en Etiopía desenterraron fósiles de un gorila de 10 millones de años de antigüedad, un descubrimiento que podría sugerir que los humanos y los grandes simios africanos pudieron haberse separado mucho antes de lo pensado.
El equipo etíope y japonés nombró a la especie Chororapithecus abyssinicus y dijo que representaba al primer primate reconocido con relación directa a los gorilas, chimpancés y bonobos de hoy en día.

"Los registros de fósiles humanos datan de seis a siete millones de años atrás, pero no sabemos nada de cómo la línea humana emergió de los gorilas," dijeron los investigadores en un comunicado el miércoles, que acompañó a la publicación de su estudio en la revista Nature.
"Chororapithecus nos da un primer vistazo del antecedente de los gorilas en la historia de los orígenes humanos," agregó.
Los investigadores encontraron los fósiles en un terreno empinado e irregular, 170 kilómetros al este de Addis Abeba.

El equipo, que desenterró un diente canino y ocho molares, determinó que éstos eran de un gran gorila porque compartían características especiales con los primates modernos, que comen alimentos fibrosos como raíces y hojas.

Concluyeron que el Chororapithecus era una forma primitiva de gorila o una rama independiente, que tuvo una adaptación similar casi al mismo tiempo en que la línea de esos simios estaba emergiendo en otras zonas.

"Si no es un pariente del gorila, entonces es algo muy parecido a lo que debería haber sido un gorila prematuro," dijo Gen Suwa de la Universidad de Tokio, uno de los investigadores.
Peter Andrews, paleontólogo del British Natural History Museum y experto en orígenes humanos, consideró al descubrimiento emocionante porque la evidencia fósil de grandes gorilas, los parientes vivientes más cercanos de los humanos, es casi inexistente.

Pero dijo que no estaba suficientemente seguro acerca de las características de los dientes de gorila del nuevo fósil como para nombrar una especie anterior, como han hecho los investigadores, que retrasa la línea de tiempo de separación entre los simios y los humanos.
"Hacer una escala de tiempo para la evolución de los grandes gorilas basada en este nuevo fósil es exagerar la evidencia," dijo Andrews en una entrevista telefónica.

Algunos científicos también han especulado con que la línea directa del gorila ancestral que engendró a sus descendientes, los chimpancés y los humanos llegó a Africa desde Euroasia.
Pero los investigadores dijeron que sus descubrimientos sumaban evidencia al hecho de que Africa fue el lugar de origen tanto de los humanos como de los gorilas modernos. Por otro lado, sugerían que los gorilas se separaron de un ancestro común con los humanos y chimpancés mucho antes de la fecha aceptada de 7 a 8 millones de años atrás.

"Chororapithecus indica que se necesita reconsiderar esta asunción," dijeron los investigadores. "De hecho, si la línea de orangutanes estaba presente en Africa antes (de la) primera migración del Mioceno (unos 23 a 25 millones de años atrás) de gorilas desde Africa hasta Euroasia, entonces la división de humanos y orangutanes puede remontarse fácilmente a 20 millones de años atrás."


Los humanos divergieron de los gorilas varios millones de años antes de lo que se pensaba.

Así lo revelan los fósiles de un antepasado del gorila de hace 10 millones de años hallados en EtiopíaFósiles de una nueva especie de gran simio indican que en el árbol evolutivo, las ramas de humanos y la de los gorilas divergieron hace aproximadamente diez millones de años, según un estudio del Museo de la Universidad de Tokio (Japón) y el Servicio de Investigación del Valle del Rift en Adís Abeba (Etiopía) que se publica en la revista 'Nature'.

Los datos existentes hasta el momento derivados de estudios genómicos apuntaban a que la separación entre humanos y gorilas se había producido hace entre 6 y 8 millones de años, mientras que la que se produjo entre chimpancés y humanos había sido hace entre 5 y 6 millones de años.

Los investigadores informan del descubrimiento y reconocimiento de una nueva especie de gran simio, el 'Chororapithecus abyssinicus', procedente de localizaciones de hace entre 10 y 10,5 millones de años de la Formación de Chorora al sur del margen del valle de Afar. El descubrimiento permite a los expertos concretar de forma más definida el momento en el que los gorilas se separaron de la rama de chimpancés y humanos.

Según los investigadores, estos son los primeros fósiles de un simio de gran tamaño del Mioceno procedentes del norte de Kenia del continente Africano. Los restos, analizados a través de tomografía computerizada, muestran características de una dentición de tamaño de gorila similar a las de los gorilas modernos. Las características dentales sugieren que el Chororapithecus podría ser un miembro del linaje de los gorilas. De ser así, la divergencia entre gorilas y la rama de los chimpancés y humanos debió haberse producido antes de hace diez millones de años, restringiendo las fechas de esta divergencia a través de la comparación de las secuencias genéticas modernas.

Los investigadores explican que gracias al descubrimiento del 'Ardipithecus', el 'Orrorin' y el 'Sahelanthropus', el conocimiento de la evolución de los homínidos antes de la aparición del Austrolopithecus ha aumentado de forma significativa, extendiendo atrás el registro fósil de homínidos al menos 6 millones de años. Sin embargo, debido a la escasez de restos fósiles de homínidos en el África subsahariana en el periodo de hace entre 12 y 7 millones de años, no se conoce nada del momento y modo de divergencia del simio africano y los linajes de homínidos.

La mayoría de estudios genómicos sugieren una fecha de divergencia tardía, hace entre 5 y 6 millones de años y entre 6 y 8 millones de años en el caso de la separación entre humanos y chimpancés y humanos y gorilas respectivamente, y algunos análisis paleontológicos y moleculares plantean la hipótesis de un origen euroasiático del simio africano y del linaje de los homínidos.

miércoles, 8 de agosto de 2007

El hallazgo de dos fósiles en Kenia desmonta la teoría del origen del hombre.

Según el "University College London"
Sus descubridores aseguran que el Homo erectus no desciende del 'Homo habilis' porque coincidieron en el tiempo y afirman, además, que el 'Homo erectus' no era tan parecido a los humanos

EUROPA PRESS

El hallazgo en Kenia de dos fósiles atribuídos al Homo habilis y al Homo erectus ha trastocado la concepción de la evolución de los homínidos tal como se ha entendido hasta ahora. Sus descubridores aseguran que el Homo erectus no desciende del Homo habilis porque coincidieron en el tiempo y afirman, además, que el Homo erectus no era tan parecido a los humanos.

Un estudio del University College London en Reino Unido y publicado en la revista Natura apunta a que los restos, descubiertos al este del Lago Turkana en Kenia, muestran que estas dos especies, que antes se creían que habían evolucionado de forma sucesiva, en realidad vivieron a la vez en el este de Africa durante al menos medio millón de años. El fósil de H. erectus es el más pequeño descubierto hasta la fecha, lo que sugiere que esta especie no era tan parecida a los humanos como se pensaba.

Los investigadores atribuyen al primer especimen fragmentos del hueso de la mandíbula superior, al H. habilis. Estos huesos proporcionan la última fecha conocida de existencia para esta especie, que la sitúa hace 1,44 millones de años, mucho antes de lo estimado con anterioridad. El segundo fósil, un cráneo de H. erectus de hace 1,55 millones de años, es importante ya que su tamaño medio es cercano al del H. habilis. Esto indica que las especies mostraron un dimorfismo sexual destacado en el que el macho era mucho más grande que la hembra, como en el caso de los gorilas de nuestros días.

Según sus autores, los datos del trabajo muestran que H. habilis y H. erectus en realidad vivieron a la vez en la cuenca de Turkana durante cerca de medio millón de años, por lo que su coexistencia hace improbable que el H. erectus evolucionara a partir del H. habilis. Ambas especies debieron originarse hace entre dos y tres millones de años, una época de la que se conocen pocos fósiles del género Homo.

Los autores concluyen que, debido a que ambas permanecieron como especies individuales separadas durante largo tiempo, probablemente cada una de ellas contara con su propio nicho ecológico y evitaran una competición directa entre sí.

jueves, 2 de agosto de 2007

Los orangutanes se comunican mediante un lenguaje de gestos

Los orangutanes se comunican mediante un lenguaje de gestos, similar al que empleamos los seres humanos cuando jugamos a adivinar títulos de películas, según un estudio divulgado hoy por la revista "Current Biology".

Más aún, los orangutanes en cautividad modifican de forma intencionada los movimientos de sus manos y otro tipo de gestos en función del éxito obtenido en su comunicación, de acuerdo con el estudio.

Para investigar la forma de comunicación de los orangutanes, Erica Cartmill y Richard Byrne, de la Universidad de St. Andrews, en Escocia, pusieron a seis de estos primates en situaciones en las que debían conseguir alimento con ayuda humana.

Pero los científicos hicieron una trampa. En vez de ayudarles todo el tiempo, en ocasiones simulaban entender de manera equivocada los gestos de los orangutanes.

En algunos casos, los investigadores les dieron la mitad de lo que querían; en otras, les pasaron la parte menos sabrosa del alimento que pedían.

Cuando la persona con la que trataban de comunicarse no acataba sus deseos, los orangutanes persistían en sus gestos. Al conseguir que se les entendiera, reducían su catálogo de gestos a los que habían tenido buenos resultados y los repetían una y otra vez.

Por el contrario, cuando no lograban que se les entendiera, los primates no volvían a utilizar los gestos "fracasados", según los científicos.

"Nos sorprendió la forma en que los orangutanes evaluaron la comprensión de la persona que observaba sus gestos", manifestó Byrne.

"Esto significa que transmiten a su audiencia su valoración sobre cuánto se han hecho entender", agregó.

Según el científico, es lo mismo que en el "juego de las películas" en el que uno de los participantes se esfuerza por dar a conocer el nombre de un filme exclusivamente mediante gestos.

"Al ver los vídeos de las respuestas del orangután, se puede deducir con facilidad si el animal piensa que se le ha entendido total o parcialmente... o si no se le ha entendido en absoluto", según Byrne.

Por otra parte, Cartmill manifiesta que esta respuesta demostró que el orangután aspiraba a conseguir un resultado y persistió en sus intentos hasta que lo logró.

EFE/ Washington

http://www.abc.es/20070802/sociedad-medio-ambiente/orangutanes-comunican-mediante-lenguaje_200708021928.html

http://www.current-biology.com/content/future

http://www.current-biology.com/content/article/abstract?uid=PIIS0960982207016405

martes, 31 de julio de 2007

EL ÁRBOL DE LA FAMILIA HUMANA

Los paleontólogos rastrean la evolución de los homínidos desde que se separaron del chimpancé

Hubo un tiempo en el que los fósiles y unos cuantos artefactos de piedra eran prácticamente los únicos medios que los científicos tenían para rastrear las líneas de la primera evolución humana. Y las lagunas en esas pruebas materiales resultaban frustrantes por lo amplias que eran. Cuando los biólogos moleculares se unieron a la investigación hace unos 30 años, sus técnicas de análisis genético produjeron revelaciones asombrosas. Los estudios de ADN señalaban que hace al menos 130.000 años existió en África una antepasada de todos los humanos anatómicamente modernos. Inevitablemente acabó siendo conocida como la Eva africana.
Otras investigaciones genéticas trazaron patrones de migración ancestrales y la relación extremadamente cercana entre el ADN de los humanos y el de los chimpancés, nuestros parientes vivos más cercanos. Las claves genéticas también establecen el momento aproximado en el que el linaje humano empezó a diferenciarse del ancestro común con los simios: hace entre seis y ocho millones de años.

Al principio, los investigadores de fósiles se mostraron escépticos, una reacción influida quizá por su consternación al tropezar con científicos furtivos en su campo. Estos paleoantropólogos sostenían que los llamados relojes moleculares de los biólogos no eran fiables, y en algunos casos no lo eran, aunque al parecer no en un grado significativo.

Ahora los paleoantropólogos dicen que aceptan a los biólogos como aliados para situar la búsqueda de orígenes humanos desde distintos ángulos. En buena medida, una rápida sucesión de descubrimientos de fósiles a comienzos de la década de 1990 ha restaurado la confianza de los paleoantropólogos en la importancia de su método para el estudio de los primeros homínidos, esos antepasados fósiles y las especies relacionadas en la evolución humana.

Los nuevos hallazgos han llenado parte de las enormes lagunas en el registro fósil. Han duplicado el récord de antigüedad desde los 3,5 millones hasta casi 7 millones, y más que duplicado el número de las primeras especies de homínidos conocidas. Los dientes y los fragmentos de huesos indican la forma -la morfología- de estos antepasados que supuestamente acababan de atravesar la línea que separa a los humanos de los simios. "La discrepancia entre la morfología y las moléculas ya no es de hecho tan grande", afirma Frederick E. Grine, paleoantropólogo de la Universidad del Estado de Nueva York en Stony Brook.

Al disponer de más datos, señala Grine, los científicos están, en cierto sentido, dando cuerpo a los conocimientos genéticos con fósiles cada vez más antiguos. Hacen falta los huesos apropiados para establecer si una especie andaba erguida, algo que se considera un rasgo definitorio de los homínidos después de separarse del linaje de los simios. "Todo lo que la biología puede decirnos es que nuestro pariente más cercano es un chimpancé y aproximadamente cuándo tuvimos un antepasado común", explica. "Pero la biología no puede decirnos qué apariencia tenía ese antepasado, qué determinó ese cambio evolutivo ni a qué velocidad se produjo".

Tim D. White (Universidad de California en Berkeley), afirma que aunque las especies de homínidos tenían en sus primeras formas un aspecto mucho más simiesco, "hemos llegado a comprender que no se puede extrapolar desde el chimpancé moderno para obtener una imagen del último antepasado común. Los humanos y los chimpancés han experimentado cambios con el tiempo".

Pero White, uno de los buscadores de homínidos más veteranos, admite que los datos genéticos han proporcionado a los paleoantropólogos un marco temporal para su búsqueda. Siempre tienen la mirada puesta en un horizonte temporal para los orígenes de los homínidos, que ahora parece ser de al menos siete millones de años.

Desde su descubrimiento en 1973, la especie Australopithecus afarensis, personificada por el famoso esqueleto de Lucy, ha sido la divisoria continental en la exploración de la evolución de los homínidos. Donald Johanson, descubridor de Lucy, y White establecieron que este individuo de aspecto simiesco vivió hace 3,2 millones de años, caminaba erguido y probablemente fue un antepasado directo de los humanos. Otros especímenes afarensis y algunas huellas de pie evocativas demostraron que la especie existió durante al menos un millón de años, hasta hace tres millones.

En la década de 1990, los científicos cruzaron por fin la frontera de Lucy. En Kenia, Meave G. Leakey, miembro de la famosa familia de arqueólogos, descubría un Australopithecus anamensis, que vivió hace aproximadamente cuatro millones de años y parece haber sido un precursor de los afarensis. Otro descubrimiento de Leakey puso en entredicho la opinión dominante de que el árbol familiar tenía más o menos un solo tronco procedente de las raíces simiescas hasta llegar a una copa ocupada por los Homo sapiens. Pero se hallaron pruebas de que la nueva especie, llamada Kenyanthropus platyops, coexistía con los parientes afarensis de Lucy.
El árbol familiar se parece ahora más a un arbusto con muchas ramas. "El mero hecho de que ahora mismo sólo haya una especie humana no significa que siempre haya sido así", puntualiza Grine.

Pocos fósiles de homínidos han aparecido para el periodo comprendido entre los tres y los dos millones de años, durante el cual los homínidos empezaron a fabricar herramientas de piedra. La primera especie Homo entró en el registro fósil hace unos dos millones de años, y la transición a cerebros mucho mayores empezó con el Homo erectus, hace aproximadamente 1,7 millones de años. Otros descubrimientos recientes han retrocedido más en el tiempo, hasta acercarse a los orígenes de los homínidos predichos por los biólogos moleculares.

White ha participado en excavaciones en Etiopía en las que se han encontrado muchos especímenes que vivieron hace 4,4 millones de años y eran más primitivos y simiescos que Lucy. La especie recibió el nombre de Ardipithecus ramidus. Más tarde, una especie relacionada que vivió hace 5,2 o 5,8 millones de años se clasificó como Ardipithecus kadabba.

En aquel momento, hace seis años, C. Owen Lovejoy (Universidad del Estado de Kent), aseguraba: "Estamos, en efecto, acercándonos muchísimo al punto del registro fósil en el que ya no podremos distinguir al homínido ancestral de los chimpancés ancestrales, porque son anatómicamente muy similares".

Hay dos especímenes todavía más antiguos y aún más difíciles de interpretar. Uno, hallado en Kenia por un equipo francés, ha sido datado en seis millones de años y se le ha denominado Orrorin tugenensis. Los dientes y los trozos de huesos encontrados han sido pocos, aunque los descubridores creen que un fragmento de fémur indica que el individuo era bípedo, es decir, caminaba sobre dos piernas.

Otro grupo francés descubrió más tarde en Chad fósiles de 6,7 millones de años de antigüedad. El único espécimen, llamado Sahelanthropus tchadensis, sólo incluye unos cuantos dientes, una mandíbula y un cráneo aplastado. Los científicos opinan que la cabeza parece haber coronado un cuerpo bípedo.

"Éstos son claramente los homínidos más antiguos que tenemos", afirma Eric Nelson, especialista del Museo Estadounidense de Historia Natural [EE UU]. "Pero aún sabemos bastante poco sobre cualquiera de estos especímenes. Cuanto más nos retrotraigamos al punto de divergencia, más similares serán los especímenes de cada lado de la línea divisoria".
La evolución humana en épocas más recientes también plantea otros retos. ¿Quiénes eran esos "tipos pequeños" hallados hace pocos años en una cueva de la isla indonesia de Flores? Los descubridores australianos e indonesios llegaron a la conclusión de que un esqueleto parcial y otros huesos pertenecían a una especie humana distinta y ahora extinta, el Homo floresiensis, que vivió hace 18.000 años escasos.

La estatura y el cráneo aparentemente diminutos de la especie dieron pie a acalorados debates. Los detractores sostenían que no era una especie distinta, sino sólo otro Homo sapiens enano, posiblemente con un trastorno cerebral. Varios científicos destacados, sin embargo, apoyan la designación de nueva especie.

La tempestad provocada por el descubrimiento indonesio no es nada nuevo en un campo conocido por las controversias. Algunos especialistas recomiendan paciencia, y recuerdan que hasta años después de que se descubriera el primer cráneo de neandertal, en 1856, no se aceptó que los neandertales fuesen una rama antigua de la familia humana. En un principio, los escépticos refutaron el hallazgo alegando que no era más que el cráneo degenerado de un humano moderno o de un cosaco muerto en las guerras napoleónicas.

Quizá la analogía no sea todo lo alentadora que prometía ser. Los científicos siguen discutiendo hasta el día de hoy sobre los neandertales, su relación exacta con nosotros y la causa de su extinción hace 30.000 años, no mucho después de la llegada a Europa del único homínido superviviente y que tanta curiosidad siente por sus orígenes.

The New York Times



http://www.elpais.com/articulo/futuro/arbol/familia/humana/elpepusoc/20070725elpepifut_1/Tes

Orangutanes utilizan el agua como "utensilio" para comer cacahuetes.

Con tal de alcanzar los que flotan en un tubo transparente medio lleno de agua, los orangutanes aprendieron a escupir agua para elevar el nivel del líquido y así llevarse la golosina a la boca.

Natacha Mendes y sus colegas del Instituto Max-Planck de antropología evolutiva de Leipzig, observaron a cinco orangutanes hembras de Sumatra, de edades comprendidas entre 7 y 32 años, que habían crecido en el Centro Wolfgang-Kohler de investigación sobre los primates, cuyas dependencias se encuentran en el parque zoológico de esta ciudad de Alemania oriental.

Los experimentos consistieron en poner a los monos frente a este tubo de 26 centímetros de alto y cinco de diámetro. La cuarta parte del cilindro se había llenado de líquido y en su interior contenía los codiciados cacahuetes.

Los frutos no estaban al alcance de sus manos ni disponían de instrumentos cerca para llegar hasta ellos, excepto un estanque, explican los científicos en su estudio publicado en la página web de la revista británica 'Biology Letters'.

Todos los orangutanes resolvieron el desafío, constató el equipo de Mendes. Se las ingeniaron para llenar la boca con el agua del abrevadero que luego escupieron en el tubo una y otra vez hasta que el nivel de líquido de su interior les permitió ponerle la mano encima. Por tanto el agua se había convertido en un utensilio, concluyeron los científicos.

Esta utilización del agua no constituye un caso aislado. Los grandes primates, por ejemplo los gorilas, ya recurren al agua. En la República del Congo se ha observado cómo los machos, cuando están en presencia de una hembra, golpean con fuerza el agua o saltan en los pantanos para impresionar a sus rivales con las salpicaduras que se forman a su alrededor.

El campeón indiscutible en esta categoría es el pez arquero. Este pequeño habitante de las aguas saladas de Asia, de un máximo de 15 cm. de largo, escupe chorros de agua muy precisos de más de un metro de largo a los insectos o los gasterópodos de la vegetación.

París - AFP


Un bebé gorila ingresado en cuidados intensivos de un hospital alemán.

Esta noticia es un ejemplo más, de cómo cada vez más a nivel mundial, se está concienciando que los grandes simios, hermanos de nuestra propia familia, deben ser tratados de una forma especial y a semejanza nuestra. Cada vez es más habitual que sean tratados por médicos en lugar de por veterinarios.


La unidad de cuidados intensivos pediátricos del hospital de Munster atendió el pasado fin de semana a una paciente poco común llamada "Mary Zwo", un bebé gorila que recibió tratamiento por deshidratación e hipotermia, anunció el lunes el parque zoológico de esa ciudad del oeste de Alemania.

El pequeño primate, hallado el sábado semiinconsciente en brazos de su madre, fue ingresado en cuidados intensivos en este hospital para humanos, señaló el director del parque zoológico de Munster, Jörg Adler.El domingo por la tarde Mary Zwo, de tan sólo seis semanas, volvió con sus congéneres al zoológico, donde el lunes por la mañana recuperaba fuerzas, agregó. El bebé está todavía "muy cansado" y se le harán análisis de sangre para ver si puede ser trasladado a las dependencias de los grandes primates, en compañía de otros pequeños gorilas, dijo.Junto con el chimpancé, el bonobo y el orangután, el gorila ha sido incluido por el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente en la lista de los animales expuestos "a un riesgo elevado de extinción en el futuro inmediato o, en el mejor de los casos, en los próximos 50 años".



http://www.proyectogeo.com/noticias/nt_pages/nt_44548.asp


http://economia.eluniversal.com/2007/07/02/ten_ava_un-bebe-gorila-ingre_02A893055.shtml


http://www.elmundo.es/elmundo/2007/07/02/ciencia/1183391135.html

viernes, 29 de junio de 2007

ALTRUISMO DE CHIMPANCÉ

Un experimento con simios muestra que tienden a ayudarse aunque no esperen una recompensa.

Para quienes estén convencidos de que la generosidad y el altruismo son rasgos exclusivamente humanos y que los individuos de las demás especies animales se rigen por el egoísmo o, como mucho, por la perspectiva de recompensa, el jarro de agua fría llega en forma de unos curiosos experimentos con chimpancés. Para mayor rigor científico varios de los experimentos se han repetido con niños. Y el resultado es que tanto los chimpancés como las crías humanas son generosas, aunque las segundas son más espabiladas a la hora de echar una mano a los demás.


La duda acerca de si otros primates son altruistas no es nueva, y en los últimos años se han hecho algunos estudios al respecto. Hace un par de años un equipo de antropólogos del Instituto Max Planck (Leipzig, Alemania), constataron cómo unos chimpancés ayudaban a las personas recogiendo un bolígrafo que éstas dejaban caer.

Pero tal vez los chimpancés de los experimentos de Leipzig se mostraban dispuestos a hacer favores porque se trataba de sus cuidadores, y antes o después, aparecería un plátano u otra forma de estímulo agradable.
Para aclararlo, Felix Warneken y sus colegas del Max Planck han hecho ahora tres experimentos más sutiles con 36 chimpancés nacidos en libertad en Uganda, poco habituados aún al laboratorio, y otros tantos niños de un año y medio de edad.
El juego era de nuevo dejar caer un objeto y ver qué hacían el chimpancé o el niño. La diferencia esta vez estaba en que la persona implicada en la prueba no era un cuidador habitual.
El rasgo del altruismo o generosidad, en forma de ayuda a recoger un palo, se comprobó en diferentes condiciones: cuando había recompensa y cuando no; cuando el objeto estaba a mano o cuando había que hacer un poco de esfuerzo para alcanzarlo. "La única diferencia entre especies que hemos encontrado es que los niños son más rápidos a la hora de prestar su ayuda", afirman los científicos.
Pero, tal vez los niños y los chimpancés habían recibido alguna forma de educación previa en el ejercicio del altruismo. Además, los científicos querían comprobar si esa generosidad de los chimpancés se daba también entre congéneres no emparentados.

Warneken y sus colegas idearon otro experimento más elaborado. Un chimpancé está en una habitación y ve que en otra hay un plátano, pero no logra cogerlo porque la puerta está cerrada con una cadena. Él no puede desengancharla, pero sí que puede el otro chimpancé que está en otra habitación y que ve al primero afanarse, pero no el plátano, así que desconoce el porqué de tanto esfuerzo. Pese a ello, ocho de cada nueve chimpancés prestan ayuda al otro para conseguirlo.

Los científicos de Leipzig, que han relatado sus estudios y conclusiones en la revista Plos/Biology (una pujante publicación científica en Internet), quitan la razón a los estudios que en 2005 hizo la estadounidense Joan Silk, concluyendo que cuando un chimpancé se encontraba ante la disyuntiva de alimentarse a sí mismo o a todo su grupo, no mostraba tendencia alguna al altruismo.

Silk plantea ahora en la revista Nature si esos chimpancés no tendrán algo especial que les incline hacia el altruismo. O tal vez la juventud de los ejemplares influya y con lo años -en sus ensayos los chimpancés eran mayores- se hagan más selectivos en su comportamiento.

jueves, 21 de junio de 2007

´Más vulnerables que los chimpancés.


Un gen que protegía al ser humano de un antiguo retrovirus que afectaba a los chimpancés hace millones de años puede ser una de las razones por las cuales nuestra especie es susceptible al VIH .

Louise Daly, AFP. Un gen que protegía al ser humano de un antiguo retrovirus que afectaba a los chimpancés y otros primates hace millones de años puede ser una de las razones por las cuales nuestra especie es susceptible al virus de inmunodeficiencia humana (VIH), según un estudio divulgado este jueves.

El gen podría haber sido una forma de proteger al ser humano contra un virus de cuatro millones de años, un retrovirus endógeno llamado Pan Troglodytes (PtERV1).

El virus no se ha extinguido, pero, como la mayoría de los retrovirus, si inserta su ADN en el genoma infecta el organismo y deja su huella sobre todo el genoma del chimpancé.
De hecho, cuando se descifró el genoma del chimpancé en 2005, se descubrió que la diferencia más grande con el ADN del ser humano era la presencia del PtERV1.

Los científicos en el Centro de Investigación sobre Cáncer Fred Hutchinson en Seattle, Washington, se preguntaron sobre dicha disparidad y especularon que la razón por la cual este virus no ha dejado huellas en el genoma humano es gracias a un antivirus de defensa llamado TRIM5a.

"Sabemos que el PtERV1 ha infectado a los chimpancés, gorilas y monos de todo el mundo desde hace cuatro millones de años, pero no ha dejado rastros de haber infectado a los humanos. Nuestra teoría es que es gracias a que los humanos tienen un sistema innato de defensa viral", señaló Michael Emerman, virólogo en el centro.

Para probar su teoría, Emerman y su equipo reconstruyeron meticulosamente una pequeña parte del virus PtERV1, usando secuencias del ADN del genoma del chimpancé, y lo compararon con el antiviral humano TRIM5a.

El TRIM5a neutralizó esa parte del virus, pero cuando los investigadores reelaboraron la proteína para hacerla efectiva frente al VIH, un moderno retrovirus, los cambios inhibieron la capacidad de la proteína de detener el PtERV1 y viceversa.

Esto sugiere que el antivirus sería capaz de "enfrentar" a un sólo virus a la vez, según los autores del estudio publicado en Science.

"TRIM5a puede haberle servido a los humanos hace millones de años, pero el antivirus parece no funcionar para protegernos contra algunos de los retrovirus que actualmente infectan a los humanos, como el VIH-1", dijo Emerman.

"De hecho, la evolución ha llevado a los humanos a ser más susceptibles al VIH", agregó.
A pesar de que el estudio no muestra aportes en las investigaciones actuales sobre el VIH, sí muestra cómo los antiguos virus han formado nuestras "defensas virales", destacó.

sábado, 16 de junio de 2007

UN FÁRMACO PARA TRATAMIENTOS DE FERTILIDAD HUMANOS, FUNCIONA EN UNA GORILA.


"Salomé", del Zoo de Bristol, se quedó embarazada gracias al medicamento.


Con los 30 años ya cumplidos, parecía imposible que Solomé, una gorila del Zoo de Bristol, en Inglaterra, volviera a tener descendencia.

Su vida sexual era activa pero los esfuerzos de su pareja eran en balde, ya que Salomé ya no ovulaba. Ante tal circunstancia, el Director del Zoológico, el Doctor Jo Gipps, decidió administrarle Clomid, un medicamento usado en tratamientos de fertilidad humana.

A pesar de tratarse de un Gorila, el fármaco hizo su efecto y Salomé volvió a ovular, quedándose embarazada al poco tiempo.

El 15 de diciembre pasado (2006) vino al mundo la nueva cría, de la que la Gorila no se separa ni un segundo.

http://www.portugaldiario.iol.pt/noticia.php?id=755395galdiario.iol.pt/noticia.php?id=755395

http://www.cfbio.org.br/divulga/noticias.asp?id=12&tipo=1

http://meionorte.com/materia.asp?notcod=17732

http://www.rozhlas.cz/odhaleni/gorily/_zprava/346385

sábado, 9 de junio de 2007

EL LEGADO CULTURAL DE LOS CHIMPANCÉS.


Los biólogos descubren que transmiten sus costumbres de generación en generación - Cada grupo tiene hasta 20 «tradiciones» diferenciadas - Aprenden por imitación los hábitos de sus congéneres.

Las distintas culturas humanas tienen su base en costumbres locales que se transmiten de padres a hijos. Partiendo de esta sencilla formulación, un grupo de biólogos ha desarrollado una teoría según la cual los chimpancés no sólo tienen «culturas» diferenciadas según el grupo familiar y que pasan de generación en generación, sino que también son capaces de adquirir nuevas «prácticas culturales» cuando se encuentran en cautividad, hábitos que pueden a su vez transmitir a otros especímenes.

El hallazgo, publicado en la revista «Current Biology», documenta varios ejemplos de cómo distintos grupos han adquirido diferentes maneras de solucionar retos, como el uso de herramientas para obtener alimentos, así como gestos diferenciados en sus relaciones sociales. Este «primo» evolutivo del ser humano, que junto al gorila conforma la rama de los primates de la que salió el homo sapiens y con la que compartimos el 97 por ciento del genoma, puede transmitir a sus semejantes hasta 20 «tradiciones» únicas en su grupo, incluyendo nuevos descubrimientos espontáneos de cómo partir un hueso con una piedra, cascar una nuez o sacar termitas con un palito.


Interacción social

El comportamiento de esta especie ha sido ampliamente estudiado. Entre sus técnicas más características se encuentra el uso de rudimentarios martillos y morteros con cierta habilidad o el lanzamiento de objetos. En cuanto a los gestos de interacción social, destacan el palmeo sobre la cabeza durante el aseo corporal mutuo, rituales de cortejo en los que chascan hojas ruidosamente con los dientes o diferentes métodos de desparasitación.



El proceso de transmisión entre individuos se realiza por simple observación, ya que, según los investigadores de la Universidad Saint Andrews de Escocia y del Centro Nacional Yerkes de Investigación en Primates de la Universidad de Texas, «la idea de una transmisión genética o ambiental es improbable». «Contamos con sólidas evidencias de la capacidad de transmisión cultural de innovaciones entre chimpancés», asegura uno de los biólogos responsables del estudio. «Es más, hemos demostrado que pueden mantener ‘‘culturas’’ compuestas de numerosas ‘‘tradiciones’’ propias en estado salvaje».

¿Qué ocurre entonces cuando los animales están encerrados en zoológicos? Para responder a esta pregunta, los científicos introdujeron en grupos en cautividad ejemplares con nuevas «costumbres» -trucos aprendidos para obtener comida en una especie de laberinto a base de cajas-, que los veteranos adquirieron por imitación, incluso a pesar de permanecer separados por vallas o cristales. Cuatro de las nuevas prácticas pasaron de un grupo a otro, y de éste a un tercero. «El aprendizaje social es importante para la adaptación evolutiva porque resulta mucho más rápida que la que sucede mediante cambios genéticos y que, contrariamente al aprendizaje fruto del esfuerzo individual -por ejemplo, por el método de prueba y error-, puede ser muy eficiente porque uno se apoya en los hombros de las generaciones anteriores y sus logros».

lunes, 4 de junio de 2007

Los monos también razonan en función de las probabilidades de éxito.


Un equipo estadounidense de científicos ha descubierto que no sólo los humanos sopesan las distintas alternativas en función de las probabilidades de éxito, sino que los monos también son capaces de tomar decisiones en función de cuál de ellas calculan que conllevará a una mayor recompensa.

Publicado hoy por la revista científica británica "Nature", el estudio demuestra que las neuronas del lóbulo parietal del cerebro de estos primates elaboran los procesos relacionados con la toma de decisiones basadas en sus probabilidades de éxito.


Liderado por los profesores Tianming Yang y Michael Shadlen, de la universidad de Washington, en EU, el equipo investigador entrenó a dos monos rhesus para que escogiesen entre un par de objetos coloreados. Antes les mostraron de forma secuencial cuatro figuras cada una de las cuales conllevaba un índice mayor o inferior de probabilidades de recompensa.


Los primates aprendieron a utilizar la información probabilística a partir de las diferentes combinaciones de esas figuras y a razonar cuál de ellas reportaría un beneficio.Tomar decisiones es un proceso complicado que generalmente se basa en más de una evidencia. El cerebro necesita combinar todas las opciones para maximizar las probabilidades de éxito.

Al escanear un área de la corteza cerebral de los primates, los científicos mostraron que las neuronas de esa región hicieron un cálculo básico de probabilidades antes de que el animal se inclinara por la opción más prometedora.

Según los autores, los monos tienen capacidades, aunque en estadio primitivo, de deducción probabilística, facultad que también se halla en los humanos, y que se basa en la extracción y combinación de una serie de símbolos visuales.





jueves, 31 de mayo de 2007

Comenzaron ancestros de primates del hombre a caminar en árboles

De acuerdo con los resultados de las investigaciones, el bipedalismo se usó para recorrer las ramas más débiles donde están las mejores frutas y también para pasar de un árbol a otro.

EFE

El Universal
Jueves 31 de mayo de 2007

Washington.- Los primates ancestros del hombre moderno comenzaron a caminar en los árboles antes de hacerlo en tierra, según afirma un estudio de paleontólogos ingleses divulgado hoy por la revista Science.

Las actuales teorías sobre la evolución de los homínidos señalaban que el bipedalismo, la característica que diferencia al hombre de sus parientes primates, comenzó cuando éstos descendieron de los árboles, no antes.

Y una de las explicaciones más socorridas ha sido que los ancestros de chimpancés, gorilas y, por último, el hombre, descendieron de los árboles para desplazarse en cuatro patas.
Con el tiempo, comenzaron a caminar apoyándose en los nudillos y después sobre sólo sus extremidades inferiores, como los seres humanos.

Sin embargo, según los paleontólogos de la Universidad de Liverpool, ese razonamiento comenzó a complicarse cuando estudios recientes en fósiles mostraron que algunos homínidos, incluyendo el de Lucy (australopithecus afarensis) , vivieron en bosques.


Al mismo tiempo, otras formas más primitivas como la del Hombre del Milenio (Orrorin) parecen haber vivido en la copa de los árboles pero se desplazaban sobre sus extremidades inferiores.

"Los resultados de nuestro estudio han confundido el panorama", señaló Robin Crompton, uno de los autores de la investigación.

"Si estamos en lo cierto, esto significa que no se puede confiar que el bipedalismo nos diga si estamos mirando al ancestro de un ser humano o al de otro primate" , indicó.
"Es cada vez más difícil decir qué es humano y qué es simio y nuestro trabajo lo confirma", según el científico.

Crompton, Susannah Thorpe y Roger Holder, de la Universidad de Birmingham, llegaron a la conclusión sobre el bipedalismo arboreo de los primates al observar orangutanes en Sumatra, Indonesia.

Según señalaron, los orangutanes pasan la mayor parte de su vida en los árboles, lo que los convierte en modelos útiles para establecer cómo se desplazaron nuestros ancestros hace millones de años.

Debido a que esos ancestros comían frutas, habrían tenido que apoyarse en ramas débiles en la periferia de la copa de los árboles.


Caminar sobre sus extremidades inferiores y utilizar sus brazos para equilibrarse les habría ayudado a desplazarse, según señalan.

"Nuestros resultados sugieren que el bipedalismo se usó para recorrer las ramas más débiles donde están las mejores frutas y también para pasar de un árbol a otro" , según Thorpe.
Los científicos creen que al bipedalismo contribuyó un cambio climático registrado hace entre 5 millones y 24 millones de años en el que disminuyó la frondosidad de los árboles.
Debido a un ambiente más árido, comenzaron a encontrar dificultades para pasar de un árbol a otro por la disminución de la espesura.
Los ancestros humanos respondieron a este problema abandonando las copas de los árboles para llegar al suelo de las selvas donde mantuvieron su bipedalismo y comenzaron a alimentarse en árboles más pequeños.


Por su parte, los ancestros de chimpancés y gorilas se especializaron más en el ascenso vertical de los árboles y desarrollaron su forma de caminar sobre los nudillos. "Nuestra conclusión es que el bipedalismo arboreo tuvo grandes beneficios adaptivos. Por ello es que no necesitamos explicar cómo nuestros ancestros pasaron de ser cuadrúpedos a bípedos", dijo Thorpe.




Los bípedos aprendieron a caminar en los árboles, con la ayuda de sus manos.



Jueves 31 de Mayo de 2007



Fuente :AFP

Investigadores británicos defienden esta hipótesis a partir del comportamiento de orangutanes en la isla indonesia de Sumatra.

PARIS.- Los primeros bípedos, ancestros de los hombres, aprendieron a caminar entre los árboles, con la ayuda de sus manos, sugieren investigadores británicos tras estudiar a los orangutanes actuales.

En un texto publicado en la revista Science, sus autores defienden esta hipótesis a partir del comportamiento de orangutanes en la isla indonesia de Sumatra.Esos grandes simios pelirrojos, que pasan casi toda su vida colgados de los árboles, se desplazan de tres maneras distintas cuando buscan comida, explican los tres biologistas, Susannah Torpe y Roger Holder, de la Universidad de Birmingham, y Robin Crompton, de la Universidad de Liverpool.Cuando trepan los árboles y llegan a una rama horizontal robusta, caminan a cuatro patas. Al toparse con ramas de menor espesor, se cuelgan de ellas para avanzar.Al acercarse a las ramas más largas y menos resistentes de las copas de los árboles, en cuyo extremo se encuentran los frutos más apetitosos, se yerguen y se apoyan en sus pies.El equilibrio lo logran desplegando sus largos brazos, como trapecistas, hasta que pueden encontrar otra rama superior.Los orangutanes pesan demasiado para poder saltar de rama en rama, como hacen los chimpancés.Caminando sobre sus dos piernas "con la ayuda de sus manos", según la expresión acuñada por estos científicos, los orangutanes indonesios dan la clave de una técnica de locomoción que podría ser la de los primeros homínidos, que aún vivían en los árboles.


La teoría es "un argumento plausible y elegante que explica la emergencia de los bípedos en un contexto arborícola, en lugar de terrestre", señalan en el mismo número de la revista Paul O’Higgins y Sarah Elton, de la Hull York Medical School.A medida que fueron apareciendo más y más claros de bosque en Africa, durante el Mioceno (de 5 a 23 millones de años atrás), los ancestros de los chimpancés y gorilas decidieron bajar regularmente al suelo para "inventar" una marcha cuadrúpeda original, apoyándose en sus manos replegadas.

El ancestro del orangután asiático perfeccionó incluso esa locomoción luego de vuelta, en la cima de los árboles, mientras que el bípedo del cual descendió el hombre decidió fortalecer ese estilo en el suelo, en las sabanas.El problema es que ese "descenso de los árboles", muy popular como teoría desde hace décadas, no ha sido jamás demostrado y tan sólo constituye una de las tentativas para explicar el caminar erguido del hombre, que no tiene equivalente en el mundo de los primates."Si nuestro ancestro tenía una anatomía como la que permite a los orangutanes hacer lo que hacen, con manos y pies tan bien adaptados a la escalada y a la suspensión, entonces era demasiado especializado para explicar lo que somos actualmente", considera la antropóloga francesa Yvette Deloison, en declaraciones a la AFP.

Leakey advierte del peligro de la extinción de los homínidos no humanos.



















Uno de los más destacados conservacionistas del mundo, Richard Leaky, ha advertido del peligro de extinción de los grandes monos, los primates más próximos al hombre.

Según Leakey, paleontólogo y actual presidente de la organización "Wildlife Direct", los simios de todo el mundo se exponen a los efectos combinados de la caza, las enfermedades y la deforestación.

El recurso creciente a los biocombustibles constituye un peligro añadido ya que ha aumentado la presión para la tala de los bosques tropicales, que son el hábitat de esos animales, explica Leaky, citado hoy por el diario británico "The Guardian".


Los expertos advierten de que el consumo cada vez mayor de combustibles alternativos puede significar la desaparición, al cabo de una generación, de los 50.000 animales que aún sobreviven.
Leakey, que estuvo muchos años al frente del servicio de la vida salvaje de Kenia, país donde nació en 1944, reiterará hoy su advertencia en una conferencia que publicará en la Royal Geographical Society, de Londres.



Según el zoólogo y paleontólogo, la actividad humana es directamente responsable de la muerte de millones de gorilas, chimpancés y otros simios en todo el mundo.

Aproximadamente un 80 por ciento del hábitat de los orangutanes del sureste de Asia ha sido arrasado en los últimos veinte años por la demanda creciente de terreno en el que producir aceite de palma destinado a los mercados tropicales.

Leakey ha hecho un llamamiento a los políticos que preparan un nuevo tratado internacional que regule las emisiones de CO2 que se centren más en los incentivos para conservar los bosques tropicales del sureste asiático, de Africa y de América Central y del Sur.



Según el experto, la lucha contra la deforestación serviría al mismo tiempo para limitar el efecto invernadero y evitar la extinción de los primates.

Leakey, que patrocina un programa de la ONU para la supervivencia
de los grandes monos, reclama soluciones más imaginativas, como los créditos a la conservación de la biodiversidad y los hábitats de la vida salvaje que un país podría vender a otros para "compensar" sus propias emisiones de CO2.

"Parece que nos cuesta mucho más conservar la belleza natural que gastarnos 80 millones de libras en un Picasso y una fortuna en perseguirlo", critica el naturalista.


Leakey insiste en que los países en desarrollo deben asumir su parte alícuota de responsabilidad en el calentamiento global, sobre todo en lo que respecta a la deforestación.

"No creo que Kenia pueda escudarse en el hecho de que somos un país joven y que, como antes nos explotaron, tienen que concedernos ahora un respiro. Hay que mirar el efecto que todos tenemos en el planeta", explica.

Leakey critica el llamado "ecoturismo", palabra de la que dice que encierra una contradicción porque no hay turismo ecológico sino que se trata de "una carrera desesperada por hacer dinero mientras se pueda".

lunes, 28 de mayo de 2007

ESPAÑA SE ADHIERE A LA DECLARACIÓN DE KINSHASA POR LA CONSERVACIÓN DE LOS GRANDES SIMIOS


La ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, firmó el día 22 de mayo en Madrid la adhesión de España a la Declaración de Kinshasa (GRASP), encaminada a garantizar la conservación de los grandes simios. Narbona quiso que la rúbrica se efectuara el Día Mundial de la Biodiversidad y junto a Jane Goodall, una de las más prestigiosas expertas en primates y Mensajera de Paz de Naciones Unidas, que ha recibido, entre otras distinciones, el Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Técnica y Científica.

"Esta firma es la muestra del compromiso de nuestro Gobierno en la lucha contra la desaparición de los grandes simios en el marco del propósito de frenar el declive de la biodiversidad en el horizonte del año 2010 y forma parte del conjunto de compromisos que nuestro país asumió cuando firmó la Convención de Naciones Unidas relativa a la biodiversidad", afirmó Narbona.



"Se trata de un pequeño gesto pero cargado del valor político, que supone un compromiso con la principal labor que Jane Goodall ha desarrollado estos años", indicó la ministra de Medio Ambiente. Esta adhesión promoverá la participación española en proyectos que se desarrollen "in situ" para la conservación de los grandes simios bajo los objetivos de la Declaración de Kinshasa, que persigue acabar con la desaparición de grandes simios y su hábitat en 2010 y asegurar la supervivencia en libertad de todas las especies y subespecies en 2015.



Se ha cumplido uno de los objetibos importantes que el Proyecto Gran Simio tenia en cartera y ha sido gracias al esfuerzo de sus componenetes, que durante siete años, han sabido culturizar a la prensa y a la sociedad en general, de la vida de los grandes simios, sus capacidades cognitivas, sus derechos.


El Proyecto Gran Simio presento ante el congreso de los Diputados su trabajo y esta sensibilidad que ha ido manifestándose poco a poco en nuestra sociedad, ha hecho posible que se haya firmado este acuerdo histórico, esperando que desde el Ministerio de Medio Ambiente, cumpla los requisitos de este compromiso.

Ahora falta que se promulgue una Ley de homínidos no humanos, en los que se les protejan de sus tres derechos fundamentales: a la vida, la libertad (los que esten encautividad que esten en condiciones dignas) y no ser torturados no física ni psicológicamente.


El Proyecto Gran Simio recuerda que ha efectuado el rescate de Yacki, Lulu, Lucas, Kiko y seis chimpancés más venidos de un circo. Cada uno de ellos el proceso ha sido largo, con campañas de prensa y meses de arduo trabajo por parte del PGS. También se han efectuado rescates de otros primates y macacos que se han rescatado de centros de experimentación, así como otros animales de diferentes especies.

También el PGS esta embarcado en Proyectos de Educación en el Congo, realizando exploraciones en Costa de Marfil para realizar el primer censo del país de grandes simios y comprobar como se encuentra la zona y posiblemente realizará proyectos con otros Santuarios.

domingo, 20 de mayo de 2007

Gorilas en el Ébola


El parque nacional de Ozdala, en el corazón del Congo, es una extensión de bosque tropical que cubre más de 13.200 kilómetros cuadrados y que constituye uno de los ecosistemas más misteriosos e impenetrables. "Si no tienes el camino hecho, te puede llevar hasta cuatro horas avanzar 500 metros", dice José Domingo Rodríguez-Teijeiro, catedrático de biología de la Universidad de Barcelona. "Es como andar por un corredor en el que sólo puedes ver un metro por delante y otro por detrás".

Cincuenta kilómetros al suroeste del parque se localiza una región llamada Lossi. Con una extensión de unos 320 kilómetros cuadrados, el lugar acumula una concentración tan excepcional de gorilas que no se da en ningún otro lugar del mundo. Y es en este mundo de penumbra donde el equipo de Rodríguez-Teijeiro, liderado por la antropóloga Magdalena Bermejo, viene denunciando una matanza sin precedentes: más de 5.000 gorilas de llanura (Gorilla gorilla gorilla) podrían haber sucumbido ya al zarpazo del virus Ébola, el organismo más letal que se conoce, según afirman en el estudio más reciente publicado en la revista Science. Se calcula que quedan unos 94.000 de estos animales. De acuerdo con otras estimaciones procedentes del Instituto Max Planck, el Ébola y la caza furtiva podría haber acabado ya con el 25% de los ejemplares. "Lo que está haciendo el virus es atacar a las poblaciones grandes", explica Peter Walsh, antropólogo del Instituto Max Planck. "La mayor parte de todos los que hay en el mundo se concentran en una zona donde la gente los mata para comer, por lo que el virus y la caza pueden colocarlos en un estado de extinción ecológica". Un escenario plausible en las siguientes décadas, que presenta a los gorilas en poblaciones de unos pocos individuos, que requerirían de vigilancia y continuas intervenciones médicas para que no desaparecieran: un parque zoológico en plena selva.

Las primeras sospechas sobre la acción destructiva del Ébola en estos primates se remontan al año 2000, cuando científicos del Centro Internacional de Investigaciones Médicas de Franceville (Gabón) confirmaron mediante exámenes genéticos la presencia del virus en seis cadáveres, cuatro de gorilas y dos de chimpancés. En esa ocasión, el Ébola surgió de la selva y acabó rápidamente con la vida de cien personas. Estos zarpazos a las poblaciones humanas, intermitentes y mortíferos, suelen relacionarse con el hallazgo de carcasas de grandes monos. "Sabíamos que esto podría ocurrir desde hace al menos 10 o 12 años", explica Walsh. "Lo que la gente discutía entonces era que el Ébola no estaba matando a muchos animales, por lo que decían: 'No tenemos de qué preocuparnos'. Nosotros venimos a decir que sí, que la matanza es grande". Los análisis genéticos pueden ser sólo la punta de un iceberg, precisamente porque en un lugar tan inextricable como Lossi, tropezarse accidentalmente con un cadáver de gorila mientras uno se abre paso con una visibilidad tan reducida, resulta algo excepcional. "No lo encuentras, a menos que la carcasa sea reciente y la detectes por el olor a carne podrida", explica Rodríguez-Teijeiro.

A las dificultades impuestas para realizar más análisis se suma otra: si la carcasa está infectada, manejarla con las manos desnudas resulta un suicidio; algunas variantes del Ébola han matado a nueve personas de cada diez que infectan. "La probabilidad de contaminación es de un 100%", afirma Rodríguez-Teijeiro. Por eso, los virólogos que toman muestras tienen que enfundarse un traje de protección bacteriológica dotado de aire propio en un ambiente sofocante, con 25 grados de temperatura y una humedad altísima. De esta manera, realizan una autopsia en medio de una naturaleza salvaje. Las máscaras se limpian a fondo una vez hecho el trabajo. Con el Ébola, nada puede dejarse al azar.

Bermejo lleva observando a los gorilas desde 1994, acostumbrándolos a la presencia humana, dentro de un proyecto del programa ECOFAC (Conservación y Utilización Racional de los Ecosistemas Forestales de África Central), para incentivar el turismo ecológico en la región. Es un trabajo lento y difícil. "Hay que tener paciencia, y estar quieto, sobre todo al principio", explica Rodríguez-Teijeiro, describiendo las experiencias de su colega. "Ella ha tenido la valentía de aguantar el ataque de un espalda plateada, 200 kilos de musculatura, a medio metro, mientras el macho produce unos alaridos espantosos y muestra sus grandes incisivos. De ahí el apodo de dama de hierro con que se la conoce". Este tipo de ataques pone a prueba los nervios del observador, hasta que los animales se habitúan a su presencia.


Aparte de los estudios de comportamiento, el programa de ECOFAC quiere rentabilizar una de las zonas más ricas en gorilas del planeta. Las sumas dejadas por los turistas, que ansían contemplar y fotografiar a estos extraordinarios animales en sus nidos, pueden resultar más ventajosas para los habitantes de las aldeas cercanas a Lossi que ceder a la tentación de matar a los primates y malvender carne de gorila en los mercados. Lossi es precisamente un santuario (reserva natural de fauna desde 2001) debido al respeto local que infunden estos animales; los lugareños piensan que el gorila es mucho más que un animal, que tiene algo así como alma.

El Ébola ha irrumpido en el proyecto de forma desastrosa. Los gorilas a los que Bermejo se ha ido aproximando con lentitud para ganarse finalmente su confianza se han desvanecido casi de la noche a la mañana. En el otoño de 2002, la epidemia se propagó hasta el límite este del santuario, y pareció detenerse en los márgenes del río. El equipo español observó entonces que varios grupos de gorilas habían sobrevivido, quizá por algún tipo de inmunidad natural, lo que alimentó las esperanzas para reemprender el programa. Fue un respiro pasajero. El virus continuó su expansión, esta vez hacia el sur, y en enero de 2004 eliminó a 91 de los 95 individuos reconocibles por el grupo de españoles. Los dos años siguientes cuentan una historia pesimista; el equipo de Bermejo cree que el virus ha limpiado de gorilas una zona de 2.700 kilómetros cuadrados.

La historia del Ébola en las poblaciones de gorilas y chimpancés corre paralela a los inexplicables zarpazos que el virus ha asestado a las poblaciones humanas desde que, en 1976, apareció en el Congo (el antiguo Zaire), en las riberas del río Ébola. Popularizado en la obra de Richard Preston La zona caliente, el virus destroza tejidos y vasos sanguíneos, provocando fiebres, dolores intensos de cabeza y vómitos. La persona infectada puede exhibir un color rojizo en los ojos y vomitar una especie de esputo sanguinolento. Preston describe de forma dramática algunos de los síntomas: "Empezó a parecer un zombi".
Virus ébola

El Ébola ha matado en África a más de 1.200 personas en un cuarto de siglo, de acuerdo con la OMS (Organización Mundial de la Salud); una cifra que, estadísticamente, es una gota en la mortalidad ocasionada por otras enfermedades tropicales, como la malaria (entre uno y cinco millones de muertes anuales), las infecciones respiratorias (más de cuatro millones), la diarrea (2,2 millones) y el sida (3 millones). Lo cierto es que, al tratarse de un "virus caliente", con una letalidad muy alta en los humanos ?entre el 41% y el 100%?, la atención que despiertan los brotes de Ébola desplaza a menudo a los otros grandes matadores, menos espectaculares, aunque siniestramente más eficaces.

Las reacciones que causa el Ébola cuando irrumpe en las pobres aldeas africanas cristalizan en una palabra: terror. Al principio sólo es un dolor de cabeza que no desaparece con los analgésicos. Luego, tras una incubación extraordinariamente variable, entre 2 y 21 días, sobrevienen las fiebres y hemorragias, y la irrupción de la enfermedad es rápida y mortífera.
El patrón suele ser el mismo. Una partida de caza termina con el hallazgo de una carcasa de gorila o chimpancé infectado. Alguien lo toca, se pone enfermo y queda bajo el cuidado de la mujer en su casa. Más miembros de la familia mueren, cunde el pánico y se produce una desbandada. Si el virus ya no tiene a quien matar, el brote queda extinguido. Si alguno de los familiares llega al hospital local, contagia el virus a otras personas en la sala de espera, que retornan a sus aldeas recorriendo decenas de kilómetros a pie, extendiendo la epidemia. En las fases más virulentas de ésta, la gente simplemente abandonaba aterrorizada a sus familiares que agonizaban, o dejaban cartas en los hospitales con instrucciones de quemar sus casas y los cuerpos de sus seres queridos.
Lo que sigue trayendo de cabeza a los investigadores es el misterioso reservorio natural del virus, qué animal lo porta sin sufrir la enfermedad. La alta mortandad que ocasiona en los grandes primates los descarta de un plumazo. Algunos estudios apuntan a ciertas especies de murciélagos frugívoros y sus cuevas como los focos iniciales de transmisión, aunque no existe certeza? Aún.







sábado, 19 de mayo de 2007

Expertos alertan extinción grandes simios supondrá pérdida nuestra herencia genética


El hombre debe tomar conciencia de la necesidad de conservar la selva tropical donde habitan los grandes simios amenazados de extinción, porque si desaparecen se perderá nuestra herencia y quedará arrasada la memoria genética de la vida, según han alertado hoy destacados primatólogos internacionales.

Figuras de reconocido prestigio como Jane Goodall, que lleva cerca de 40 años dedicada a la protección de los chimpancés en Africa, Ricard Wrangham, Peter D. Walsh o Alex Rübel han lanzado este mensaje durante la jornada "Pasado, presente y futuro de los grandes simios. ¿Es la extinción inevitable?", que se ha celebrado en el centro CosmoCaixa de Barcelona.


El director de la jornada y del Instituto Catalán de Paleontología, Salvador Moya, ha explicado a Efe que esta reunión tiene como propósito llamar la atención sobre el peligro de extinción que se cierne sobre los grandes primates, convencido de que sólo la concienciación puede poner freno a un proceso que podría ser irrevocable."La situación es dramática. Estamos arrasando con la memoria genética de la vida. El día que desaparezcan los grandes simios se habrá perdido algo totalmente irrecuperable porque son la única fuente que tenemos para conocer cómo eran nuestros antepasados, desde el punto de vista genético, molecular o del comportamiento. Si desaparecen, perderemos nuestra propia herencia", ha asegurado.

Datos como que en un siglo la población de chimpancés del planeta ha pasado de un millón a algo más de 100.000 dan fe del problema, así como que las expectativas de supervivencia de los orangutanes no superan los quince años si no se toman medidas drásticas.Además de la caza furtiva, el principal causante de su situación de vulnerabilidad es la reducción de la selva tropical en la zona ecuatorial africana, Borneo y Sumatra.Este experto ha destacado la paradoja que supone que el principal enemigo de los grandes primates sea justamente ahora la forma de vida que parte de ellos y que hace seis millones de años dio origen al hombre en el continente africano.

Moya ha alertado de la incapacidad de estos simios para adaptarse a los cambios en su hábitat debido a su gran especialización, adoptada hace catorce millones de años para poder sobrevivir en la selva tropical que imperaba entonces en gran parte del planeta.'Iniciaron entonces un camino sin retorno', ha subrayado.La reducción de las zonas de selva tropical empezaron ya hace doce millones de años, cuando se inició un cambio climático que continúa hoy en día y que se ha acelerado en los últimos 2.000 años como consecuencia de la acción del hombre.


La bióloga y profesora del ICREA especializada en grandes primates Meike Kohler ha destacado también en su conferencia la dificultad de los grandes simios para reproducirse, dado que algunos tienen crías cada cuatro o cinco años y la mayor parte de ellas no sobrevive al destete.Pese a ser longevos (en cautividad pueden llegar a los 55 años y hay un chimpancé que ha llegado a los 74), cuando se produce un accidente que reduce una población tienen muchas dificultades para recuperarse y suelen extinguirse.Los expertos insisten en que sólo la conservación del hábitat natural, creando grandes parques de bosques tropicales, puede frenar su extinción, para lo que se requieren recursos económicos y ayudas a los países del tercer mundo para ofrecer alternativas a aquellos que hoy viven de los grandes simios.La reclusión de estos animales en zoológicos es otra vía que se estudia y se ha empezado a implementar para garantizar su conservación, aunque Moya ha advertido que cuando un orangután o un gorila vive en cautividad se corre el peligro de domesticarlo y acaba convirtiéndose en un animal diferente.En la jornada de hoy, el profesor en el Instituto de Filosofía del CSIC, Jesús Mosterín, uno de los promotores de la propuesta que se ha presentado en el Congreso para otorgar a los grandes simios los mismos derechos que los hombres, se ha planteado además preguntas como qué sentido tiene "exterminar o torturar a nuestros primos".



El Proyecto Gran Simio está convencido que los zoológicos no son la via de conservación de los grandes simios, y que debe ser la conservación de su propio hábitat. Para ello debemos aunar esfuerzos en la conservación, debemos pedir URGENTEMENTE a la comunidad Internacional, que las SELVAS TROPICALES, HABITAT DE LOS GRANDES SIMIOS, sean declaradas PATRIMONIO A LA HUMANIDAD, PATRIMONIO DE LA BIODIVERSIDAD.

Desde la creación del Proyecto Gran Simio hace años, uno de sus principales objetivos es la protección de los bosques primarios y a ello se ha dedicado y dedicará con gran esfuerzo.

El gorila transmitió las ladillas al ser humano hace tres millones de años

Los científicos creen que el contagio se produjo por dormir el hombre en nidos del gran simio.

Fue hace 3,3 millones de años cuando el hombre empezó a coger ladillas, y la culpa la tuvieron los gorilas. No hay que pensar mal. Los expertos no creen que ocurriese copulando, sino más probablemente al alternarse en los lechos o incluso al comer el hombre al gran simio.


«Ciertamente, no tendría que ser lo que mucha gente va a asumir inmediatamente, que es el coito entre humanos y gorilas, sino que en vez de algo sórdido pudo haberse derivado de una actividad considerablemente más aburrida», dice David Reed, uno de los autores del estudio. El experto advierte que ambas especies convivían de una forma tan cercana en aquellos tiempos y compartían tantas actividades cotidianas que la del acto sexual sería la menos probable.



Pistas evolutivas


El curioso estudio de la Universidad de Florida, que se ha publicado en la revista 'BMC Biology Journal', aporta valiosas pistas sobre la evolución del hombre y sus costumbres. El ser humano es el único animal cuyo cuerpo sirve de huésped para dos tipos de parásitos muy similares que no conviven en ningún otro animal: los piojos en la cabeza y las ladillas en el pubis. «Ambas especies compiten entre sí. Por eso no pueden convivir», explica Reed desde el Museo de Historia Natural de Florida, donde trabaja como conservador de mamíferos.

Los piojos se quedaron con los chimpancés y las ladillas con los gorilas. Por esa época, hace 3,3 millones de años, el hombre había empezado a perder el pelo del cuerpo y eso puso suficiente distancia entre los parásitos como para que las dos especies pudieran chuparle la sangre al mismo individuo sin molestarse entre ellas.


Millones de años atrás, el hombre ocupaba los nidos en los que había dormido la noche antes algún gorila, y de paso las ladillas que quedaban encontraban un nuevo hogar para seguir su carrera.

Otra de las opciones que barajan los siete expertos es que el hombre cazase gorilas para alimentarse de ellos. En tal caso, el contagio se habría producido durante los trabajos carniceros.


miércoles, 16 de mayo de 2007

Hallan en Egipto el cráneo completo del ancestro más antiguo de monos y humanos.

El antepasado más antiguo de los monos, los simios y los humanos vivió en el norte de África hace la friolera de 29 millones de años, tenía un cerebro más pequeño de lo que hasta ahora se pensaba y la diferencia en el tamaño de ambos sexos era muy grande, lo que se relaciona con un tipo de estructura social en el que convivían en el mismo grupo varios machos y hembras. Todo ello ha podido averiguarse gracias al estudio de un cráneo de la especie Aegyptopithecus zeuxis, realizado por investigadores de la Universidad de Duke.

El cráneo, el segundo que aparece de este extinto animal y el más completo, fue encontrado en el año 2004 en la depresión de Fayum, una región en el centro de Egipto, pero ha sido ahora cuando el equipo dirigido por Elwyn Simons, de la División de Primates Fósiles de la universidad americana, ha identificado la especie utilizando el micro-escáner CT, una técnica de rayos X computerizada que sirve para calcular las dimensiones del cerebro una vez encajonado en un cráneo.

El primer cráneo A. zeuxis fue encontrado por Simons en 1966, también en Egipto, y por sus características y antigüedad (unos 30 millones de años y más) se considera el antepasado común de la familia Hominoidea (la de los simios y el ser humano) y la de los monos. Por lo que se ha logrado averiguar, se trataba de un animal que vivía en los árboles, aunque podía andar a cuatro patas en el suelo. En aquella época, el temprano Oligoceno, la desértica región de El Fayum era una auténtica selva tropical.
Reconstrucción en 3D del cráneo visto desde diferentes ángulos. (Foto: PNAS)

Este primer cráneo y otros fragmentos dieron origen a la hipótesis de que el cráneo de este antiquísimo mono habría tenido un cerebro grande en proporción a su cuerpo, lo que cuadraba con la teoría según la cual la evolución se relaciona con el aumento de este órgano.

Pocas neuronas

Sin embargo, Simons y sus colegas han encontrado ahora que es mucho más pequeño de lo que se pensaba (entre 20,5 y 21,8 centímetros cúbicos). "Esto significa que el gran cerebro de los monos y los simios se desarrolló más tarde", señalan los investigadores en sus conclusiones en la revista Proceedings of the National Academy of Science (PNAS). Tan significativo fue el cambio de tamaño que al principio pensaron que se trataba de una nueva especie.

Tras comparar los dos cráneos, ambos de ejemplares muy jóvenes, comprobaron que había un gran dimorfismo en la especie, es decir, que los machos doblaban en tamaño a las hembras. "Los primates diurnos modernos con grandes diferencias entre géneros forman manadas de multimachos y multihembras de unos 15 individuos. Luego el Aegyptopithecus debía tener un grupo social amplio que rechazaba a los no miembrros", afiman los paleontólogos de EEUU. Otra peculiaridad es que su corteza visual era de gran tamaño, lo que implica que tenían una visión muy aguda, "algo muy característico de los antropoides". Por su órbita ocular se sabe también que era un animal diurno.
Manuel Domínguez-Rodrigo, paleontólogo de la Universidad Complutense de Madrid que trabaja en la Garganta de Olduvai (Tanzania), destacaba la importancia de estos hallazgos: "Es el antepasado común más antiguo de todos los monos, simios y humanos y este análisis ha detectado que los primates, en su origen no tenían un cerebro grande, sino que éste fue un desarrollo posterior, al margen de la adaptación a los árboles y al cálculo de las distancias. Hace 20 millones de años, ya había primates con grandes cerebros, luego algo debió de ocurrir y pudo ser el procesamiento de información que precisa el saltar de un árbol a otro", argumenta.

Su colega Jordi Agustí, investigador en el ICREA del Instituto de Paleoecología Humana de Tarragona, cree que Simons y sus colegas han dejado abiertas varias preguntas. "La especie tenía el lóbulo frontal pequeño y un cráneo que lo aproximan a los lemures, luego entre este grupo y sus sucesores (hace 23 millones de años) hay un vacío evolutivo y morfológico. Además, significa que los cerebros de los monos de Sudamérica y Africa aumentaron de forma independiente", asegura. Agustí también cree que algo pasó en el Mioceno para que el cerebro comenzara a crecer. "En Africa pudo ser el choque en la plataforma de Eurasia o un cambio en el clima, pero nos faltan fósiles de hace 28 millones para poder saberlo con certeza", concluye.
ROSA M. TRISTÁN
Periódico El Mundo. Ciencia.